Seguirás a auténticos queseros en Parma mientras sacan Parmigiano Reggiano de tinas de cobre, probarás quesos de distintas edades con vino local, y luego irás a Langhirano para descubrir el lento arte del Prosciutto di Parma, terminando con risas y degustaciones de Malvasía espumosa. Una experiencia práctica y llena de recuerdos.
No tenía muy claro qué esperar cuando nos recogieron en Parma; de alguna forma imaginaba que la elaboración del queso sería más silenciosa. Pero al entrar en la quesería ya se sentía un bullicio, con ese aroma cálido y lácteo que se me quedó pegado a la chaqueta. Nuestra guía Elena nos llamó justo cuando dos chicos sacaban una enorme rueda de Parmigiano Reggiano de una tina de cobre. Se rió al ver mis ojos abiertos de par en par: “Siempre pesa más de lo que parece”, dijo. Las ventanas tenían vapor y se escuchaba el golpeteo de la cuajada contra las paredes. Nunca pensé que fuera un proceso tan físico.
La sala de degustación parecía casi una capilla después de eso: más fresca, con filas de ruedas de queso apiladas como ladrillos dorados. Elena nos fue dando pequeños trozos: 18 meses, 24 meses, y luego uno de 36 meses, quebradizo y que casi se derretía en la lengua, dejando un sabor salado y a nuez que todavía recuerdo. Alguien del grupo intentó pronunciar “Parmigiano Reggiano” bien y todos nos echamos a reír (yo incluida, ni lo intento de nuevo). El vino blanco local que sirvieron cortaba justo la untuosidad; creo que me lo bebí demasiado rápido.
Después nos fuimos en coche hacia Langhirano, atravesando campos, para la parte del tour dedicada al jamón de Parma. El aire cambió, con un toque dulce y terroso a la vez, y dentro de la fábrica de prosciutto todo era más tranquilo, salvo algunas voces que resonaban en largos pasillos llenos de jamones colgados. Nuestro anfitrión Marco nos explicó la “spillatura”, la prueba en la que pinchan cada jamón con una aguja de hueso de caballo para ver si está listo. Me dejó oler uno después (hice como que sabía lo que olía). La degustación final fue sencilla: lonchas finísimas y sedosas de Prosciutto di Parma, acompañadas de otra copa de Malvasía que parecía casi espumosa después de tanta sal.
No dejaba de pensar en todas esas manos trabajando detrás de escena, en los madrugones y la paciencia para que todo madure perfecto. De vuelta en el coche, viendo pasar el paisaje, me preguntaba si alguna vez volvería a mirar un trozo de Parmigiano Reggiano o una loncha de jamón de Parma igual que antes. Seguro que no.
La experiencia dura unas cuatro horas, incluyendo transporte desde Parma, visitas a ambos productores, degustaciones y regreso.
Sí, la recogida y el regreso en Parma están incluidos en la reserva.
Sí, probarás varios quesos Parmigiano Reggiano con vino y también jamón de Parma acompañado de vino local en cada parada.
El tour incluye guía en inglés durante toda la experiencia.
El tour es apto para todos los niveles; si hace falta, hay asientos especiales para bebés.
Si llegas tarde por retrasos en el transporte se considera no presentación; no se pueden reprogramar ni reembolsar reservas, así que planifica bien.
Tu día incluye transporte privado con recogida y regreso en Parma, entradas a ambas fábricas, guía en inglés durante todo el recorrido, degustaciones de Parmigiano Reggiano de varias edades con vino local en una parada y jamón de Parma con más vino local en la otra, para luego volver cómodamente a la ciudad.
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