Entra en la cocina de una familia en Casablanca para una auténtica clase de cocina marroquí: desde amasar cuscús a mano hasta tomar té de menta mientras compartes historias. Prueba caftanes tradicionales, ríe con las pronunciaciones y disfruta un almuerzo en cojines. Saldrás lleno (y quizá con aroma a canela), con recetas nuevas y recuerdos que duran más que cualquier souvenir.
No esperaba sentirme tan cómodo nada más entrar en su apartamento en Casablanca — no es común que una madre y su hija te reciban en su cocina con tanta ilusión. El aire olía a especias (¿comino? ¿canela?), y ya escuchaba el silbido de la tetera antes de quitarme los zapatos. Leila, nuestra anfitriona, me ofreció un vaso de té de menta al instante — caliente, dulce y con ese aroma fresco que te despierta por dentro. Su madre sonrió y me dio un plato con galletitas como si fuera lo más natural del mundo.
Empezamos a picar verduras para preparar zaalouk y taktouka en la mesa grande. Leila me enseñó cómo su abuela le enseñó a enrollar el cuscús entre las palmas (“sin apretar mucho para que no se ponga duro”, decía). Fue un poco desordenado — harina por todos lados — pero a nadie le importó. En un momento intenté pronunciar “msamen” y ambas se rieron a carcajadas; parece que mi acento es imposible. La cocina estaba animada pero relajada, con la radio sonando bajito y el sol entrando por las cortinas de encaje. No pude evitar probar a escondidas (la ensalada de tomate estaba fresca y ácida, perfecta junto a las especias calientes).
Cuando todo empezó a cocerse a fuego lento, Leila sacó unos caftanes preciosos y nos ayudó a probárnoslos. Las telas eran más pesadas de lo que imaginaba — suaves pero con cuerpo — y su madre ajustó el cinturón con manos rápidas, como si lo hiciera mil veces. Nos hicimos fotos juntos, al principio un poco torpes y luego muy divertidos. Almorzamos sentados en cojines en el suelo; de verdad, perdí la noción del tiempo. Nos regalaron pequeños paquetes de especias para llevar (todavía las huelo en la maleta), además de un e-book con las recetas para intentar no arruinarlo en casa.
Sí, los invitados veganos y vegetarianos son bienvenidos.
La clase se lleva a cabo en la casa de una familia local en Casablanca.
Sí, podrás probar prendas como caftanes o takchitas durante la experiencia.
Sí, se aceptan bebés y niños pequeños; hay asientos especiales disponibles.
Sí, todas las áreas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Prepararás platos como tajine, cuscús o pastilla, además de ensaladas y pasteles.
No se menciona recogida en hotel; hay opciones de transporte público cerca.
Recibirás regalos locales y un e-book con recetas marroquíes tras la clase.
Tu día incluye té de menta casero con galletas tradicionales al llegar, preparación práctica de platos clásicos marroquíes como tajine o cuscús guiada por tus anfitrionas en su casa de Casablanca, dos tipos de ensaladas, mocktails frescos, pancakes marroquíes (msamen), pasteles para el postre, agua embotellada durante toda la experiencia, un e-book con recetas para seguir practicando en casa, ropa auténtica marroquí para probar y fotografiar si quieres, y regalos locales para llevar al final.
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