En una cocina romana, estirarás pasta fresca, moldearás ñoquis a mano y montarás tu propio tiramisú con la guía de un chef local. Disfruta de vinos italianos mientras cocinas y compartes historias con otros viajeros—todo incluido, con opciones vegetarianas y sin gluten si las necesitas. Prepárate para risas, manos llenas de harina y recuerdos gastronómicos que durarán mucho después de irte.
Al entrar, ya hay harina esparcida por la mesa—es el chef Marco, sonriendo bajo su delantal. Me llama como si fuéramos viejos amigos, aunque todavía estoy quitándome el jet lag. Se siente ese aroma a espresso (¿será cosa de Italia?) y el tintinear de copas de vino preparándose. Empezamos con el tiramisú—Marco dice que necesita tiempo para enfriar, y ahora lo entiendo, pero en ese momento solo quería el postre. Mi intento de mezclar el mascarpone es... digamos que poco elegante. El chef se ríe y me enseña cómo hacerlo sin que quede todo líquido.
Hacer la masa de pasta desde cero es más desordenado de lo que Instagram muestra. Tengo las manos pegajosas, harina en los jeans, pero amasar se vuelve casi meditativo. Marco habla de los raviolis de su nonna y nos advierte que no hay que trabajar demasiado la masa (“se pone gruñona,” dice). La cocina se llena con ese aroma cálido a tomate mientras alguien revuelve la salsa en la estufa. Todos tomamos turnos para estirar las láminas de ravioli—los míos salen un poco torcidos, pero a nadie le importa.
No esperaba que los ñoquis fueran tan suaves antes de hornearlos—como pequeños almohadones. Preparamos una salsa de trufa que huele a bosque en otoño (quizá me pasé con la cantidad). Cuando sacamos la bandeja del horno, tiene una costra dorada que todos pinchan antes de servirse. Entre bocados, Marco da consejos sobre dónde comprar queso cerca o qué mercado tiene los mejores tomates (anota los nombres porque mi letra es un desastre). Alguien pregunta por pasta sin gluten y él simplemente encoge los hombros: “¡Claro! Lo hacemos todo.”
La cata de vinos llega casi sin avisar—primero blancos, luego tintos—y de repente todos hablan más alto y comparten historias de sus ciudades. Termino apuntando recomendaciones de restaurantes en una servilleta porque el móvil se me apagó a mitad de clase. Cuando por fin probamos el tiramisú (que sí, sabe mejor después de reposar), me doy cuenta de que ya ni pienso en hacer turismo. Esa sensación me quedó grabada hasta ahora.
Sí, todos los platos tienen opciones vegetarianas, veganas y sin gluten disponibles durante la clase.
Harás raviolis frescos rellenos de ricotta, ñoquis con salsa de trufa horneados y tiramisú desde cero.
Sí, incluye una cata de vinos italianos blancos y tintos para mayores de 18 años.
¡Claro! Disfrutarás de toda la comida que prepares durante la sesión.
La experiencia es accesible para sillas de ruedas; los bebés pueden participar si están en el regazo de un adulto o en cochecito.
El tiramisú se prepara primero para que repose un par de horas mientras cocinas los demás platos.
No incluye recogida en hotel, pero hay opciones de transporte público cerca.
Tu día incluye todos los ingredientes para hacer ravioli fresco, ñoquis con trufa y tiramisú desde cero; delantales y utensilios de cocina; agua embotellada; refrescos; una cata guiada de vinos italianos (para mayores de 18 años); además de recomendaciones del chef sobre restaurantes y mercados locales para que vuelvas a casa lleno y quizás con un poco de harina en la ropa.
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