Vive una experiencia auténtica en una cocina boloñesa: haz tagliatelle desde cero, prepara un spritz Casoni único, prueba ragú casero con vino local y termina con un helado sorpresa. Risas, nuevos amigos y recuerdos que duran mucho más que la harina en tus manos.
Lo primero que noté fue el ruido — rodillos golpeando la madera, alguna risa suave rebotando en las paredes de azulejos. Acabábamos de meternos en esta cocina iluminada por el sol en Bolonia, con los delantales ya manchados de harina antes de empezar. Nuestra profesora, Marta, tenía esa forma de hacerte sentir en casa — me pasó una copa de Pignoletto y una loncha de mortadela tan fina que casi se deshacía en los dedos. No esperaba empezar con un aperitivo, pero ¿sabes qué? Fue justo lo que necesitábamos para soltarnos rápido.
Hacer pasta a mano es más desordenado de lo que Instagram muestra. La masa se me pegaba a las palmas al principio — Marta solo sonrió y dijo “Eso significa que lo estás haciendo bien.” Había un aroma herbal cuando preparamos el spritz Casoni (mucho más interesante que el típico de naranja), y alguien intentó pronunciar “crescenta” bien — Li se rió cuando traté de decirlo en italiano; seguro que lo arruiné. Para cuando enrollamos los tagliatelle juntos, ya no me importaba que no quedaran perfectos. La cocina era ruidosa pero acogedora — conversaciones en inglés e italiano se mezclaban con el sonido de cuchillos y el suave hervor del ragú (que habían preparado antes, cocido lento y con mucho sabor — nada que se pueda apresurar).
Sigo recordando ese momento en que por fin nos sentamos juntos — los platos humeantes, el parmesano cayendo como nieve sobre todo, el vino tinto servido sin preguntar. Luego vino el café, un poco de amaro (amargo pero justo lo que hacía falta), y un helado misterioso que Marta no quiso revelar. La luz afuera ya se había ido, pero nadie tenía prisa por irse. Quizá así es Bolonia — o tal vez era la pasta hablando. Sea como sea, me fui con harina bajo las uñas y las recetas en el correo.
La clase dura unas tres horas de principio a fin.
Sí, disfrutarás tus tagliatelle hechos a mano con ragú y vino local durante la clase.
No, el ragú lo preparan tus anfitriones con antelación por cuestiones de tiempo.
No, esta experiencia no es apta para vegetarianos, veganos ni personas que necesiten dieta sin gluten.
Probarás vino Pignoletto, spritz Casoni, vino tinto Sangiovese, café y amaro.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del punto de encuentro para llegar fácilmente.
Sí, las recetas te las enviamos por email en formato PDF si las pides tras la clase.
Tu día incluye aperitivo de bienvenida con mortadela y crescenta, más vino Pignoletto; elaboración de tagliatelle a mano con ingredientes locales; comida con ragú casero y vino tinto Sangiovese; clase para preparar spritz Casoni; café y amaro locales; y un postre sorpresa de helado antes de despedirte — con todas las recetas disponibles por email si quieres guardarlas.
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