Comienza tu tour gastronómico en Madrid con pasteles en una panadería histórica, sigue con jamón ibérico, queso manchego y vermut cerca de Plaza Mayor. Ríe con locales tomando sidra y patatas bravas, y disfruta un plato secreto para cerrar con broche de oro, todo contado con historias que solo un madrileño podría compartir.
Apenas tuve tiempo de mirar el móvil cuando ya estábamos dentro de esa antigua pastelería — de esas con cristales empañados y locales apretados en la barra. Nuestro guía (¿Javier? O tal vez Javi — todos lo llamaban así) me dio algo crujiente y caliente. No recuerdo el nombre, pero lo primero que noté fue la canela, seguida de un dulzor mantecoso que se quedó mientras él señalaba los azulejos del suelo que llevaban ahí desde la época de su abuela. Era temprano, pero Madrid ya estaba despierto; se oían las entregas por las calles laterales y el aroma del café flotaba en el aire fresco.
Recorrimos callejuelas estrechas pasando por la Puerta del Sol (Javi bromeó diciendo que era “el centro del universo para los taxistas”) y entramos en una charcutería más vieja que cualquiera de nosotros. Cortó jamón ibérico tan fino que casi se deshacía en la boca — intenté decir “salchichón” bien y me echaron a reír (merecido). Luego probamos queso manchego, con ese sabor intenso y a nuez, y aceitunas tan saladas que me hicieron fruncir los labios. El tour gastronómico por Madrid siguió sin pausa — bocadillos de calamares fritos que comimos de pie en la Plaza Mayor mientras las palomas miraban nuestras migas. Nunca había pensado en el calamar como comida callejera.
A mediodía compartíamos sidra en un bar ruidoso donde los locales discutían (alto, pero con buen rollo) sobre resultados de fútbol. El vermut estaba frío y con hierbas; Javi nos enseñó a brindar con un “¡Salud!” antes de pasar unas patatas bravas con salsa picante que me dejaron los labios cosquilleando. También había un plato secreto — prometí no contar, pero aún recuerdo ese bocado cada vez que paso por un bar de tapas en casa. En algún momento, alguien derramó sangría y a nadie le importó; simplemente se sumó a la historia.
La última parada fue en un restaurante antiguo con vigas de madera y paredes llenas de fotos descoloridas. Terminamos con tortilla española — cremosa por dentro, nada que ver con lo que había probado antes — y nos quedamos un rato escuchando el tintinear de los cubiertos. Todo parecía menos un tour y más una invitación a comer con amigos que conocen todos los atajos del centro histórico de Madrid. De verdad, salí lleno en todos los sentidos.
El tour dura aproximadamente tres horas y media.
Probarás jamón ibérico, chorizo, queso manchego, aceitunas, bocadillo de calamares, tortilla española, patatas bravas, pasteles, tapa del día del chef, pimientos de Padrón, sidra, vermut, vino o sangría, orujo y un plato secreto.
Sí, pasarás por Plaza Mayor durante el recorrido a pie.
Sí, incluye vermut, sidra española, vino tinto o blanco, o sangría.
Debes contactar con los organizadores con antelación para que puedan intentar adaptarse a tus necesidades.
Se camina bastante por el centro de Madrid; se recomienda llevar calzado cómodo.
No incluye recogida en hotel; el punto de encuentro está en el centro de Madrid.
Tu día incluye más de diez degustaciones auténticas: desde pasteles frescos en una panadería histórica hasta jamón ibérico y queso manchego en una charcutería antigua; bocadillos de calamares fritos cerca de Plaza Mayor; bebidas locales como vermut o sidra; tapa diaria del chef; patatas bravas; tortilla española; pimientos de Padrón; aceitunas marinadas; chorizo y lomo; además de un plato secreto que solo descubrirás en tu tour con el guía local que te acompañará en cada paso entre bocado y bocado.
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