Camina entre cafetales cerca de Medellín, recoge granos maduros con locales en una finca familiar, degusta café recién tostado con un barista y disfruta un almuerzo tradicional con vistas a colinas verdes. Risas, aromas naturales y momentos auténticos, además de transporte desde el hotel para que solo te relajes.
“Si escoges los rojos, vas a probar la taza más dulce,” sonrió Don Hernán mientras me entregaba una canastita y me enseñaba a atarme el pañuelo. Nunca antes había usado un poncho ni esa funda para el machete —al principio me sentí como disfrazado— pero todos en el grupo parecíamos igual de fuera de lugar (menos la hija de Don Hernán, que lo hacía ver sencillo). El aire olía a tierra y a verde, y un zumbido bajo de cigarras se escuchaba entre los árboles. Está a solo 40 minutos de Medellín, pero honestamente parecía otro mundo.
Recorrimos entre las hileras de cafetos en la finca La Arrinconada, cuidando de no aplastar las pequeñas plantas. Hicimos un concurso de recolección —mis manos se pegaron rápido y no gané, pero Li, de nuestro grupo, sí, y se llevó un premio pequeño (se rió mucho intentando decir “cafetera” bien). Nuestro guía nos explicó cada paso: sembrar, despulpar, secar —incluso nos dejó moler los granos a mano. El aroma después de tostar es algo que todavía recuerdo; mucho más profundo que cualquier olor en mi cocina. Y cuando finalmente probamos tres cafés diferentes con el barista, nunca imaginé que el café pudiera saber a fruta o chocolate sin añadir nada.
El almuerzo fue fiambre paisa, envuelto en hojas de plátano, y todos nos sentamos afuera mirando esas colinas verdes que parecían no tener fin. El perro de alguien rondaba esperando que le cayera alguna sobrita. Después del postre (aún no sé cómo se llamaba), tuvimos tiempo para comprar café para llevar. El recuerdo que nos dieron está en mi estante ahora —un pequeño detalle de esa tranquila ladera y de cómo todos se conocían por su nombre. No fue nada armado ni fancy; gente real compartiendo su día a día con nosotros por unas horas.
La finca queda a unos 40 minutos en carro desde Medellín.
Sí, el traslado ida y vuelta desde el hotel está incluido.
Sí, participarás en la cosecha de granos maduros durante la visita.
Sí, se sirve un almuerzo típico regional llamado fiambre paisa.
Se permiten bebés y niños pequeños; se pueden usar cochecitos.
Un guía local te acompañará en cada parte de la experiencia.
Sí, hay un espacio para comprar café local recién tostado.
Te prestarán ropa típica como ponchos y sombreros para las actividades.
Se recomienda un nivel moderado de condición física por el terreno irregular.
Tu día incluye traslado ida y vuelta desde Medellín, visitas guiadas por los cafetales de la finca familiar La Arrinconada, cosecha práctica con ropa típica incluida, catas guiadas por un barista profesional, almuerzo tradicional fiambre paisa con postre, un pequeño recuerdo para llevar y tiempo para comprar café local antes de regresar cómodamente.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?