Recorre Encierra Vineyard con sus dueños, prueba uvas directo de la vid, descubre secretos del vino en su bodega boutique y degusta vinos premium en un ambiente relajado. Te sentirás parte de la familia durante una hora — una experiencia que queda mucho después de irte.
Para ser sincero, casi me paso de la entrada a Encierra Vineyard. El mapa de mi teléfono se volvió loco y terminé en la puerta de un vecino antes de dar la vuelta. Pero cuando finalmente llegué, Isabel, una de las dueñas, ya me saludaba con esa sonrisa tan natural. El aire olía a tierra tibia y algo dulce — ¿serían las uvas? El silencio era mayor al que esperaba, solo se escuchaban los pájaros y el crujir de la grava bajo mis zapatos.
Empezamos directamente entre las hileras de viñas. Isabel me dio una uva — Carmenere, me dijo — y me pidió que la probara antes de nada. Tenía un toque ácido pero nada fuerte, un poco pegajosa en los dedos. Me explicó que cada uva madura a su ritmo; intenté adivinar cuáles estaban listas (fallé). Su marido se unió a mitad del paseo, bromeando con mi pronunciación (“Encierra” es más difícil de lo que parece), y me mostró cómo las hojas cambian de color cuando se acerca la cosecha. No había prisa — simplemente caminábamos, hablando del clima y mezclando historias familiares con datos sobre la elaboración del vino.
La bodega es pequeña pero llena de vida: barriles apilados en una pared, un leve olor a levadura en el aire fresco. Isabel nos enseñó cada paso, desde el prensado hasta el embotellado — incluso me dejó tocar parte del equipo (otra vez pegajoso). La cata se sintió más como estar en la cocina de alguien que en una experiencia “premium” como imaginaba. Probamos primero el Encierra Vineyard Reserve (profundo y terroso), luego Carmenere, Rosé y finalmente su vino Icono Porel. Cada sorbo venía acompañado de una historia o una risa sobre cosechas pasadas que no salieron como esperaban.
Antes de irnos, pasamos por la capilla familiar donde reposan las cenizas del fundador. Allí adentro reinaba el silencio; la luz del sol se colaba en los bancos de madera antigua. No esperaba que esa parte me tocara tanto — quizá porque todo aquí se siente personal, como si te dejaran entrar a un secreto que están felices de compartir. Aún ahora, sigo recordando esa primera uva y lo diferente que sabía comparado con cualquier vino embotellado.
La visita dura aproximadamente 1 hora de principio a fin.
Sí, todas las áreas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Se pueden llevar bebés y niños pequeños; se aceptan cochecitos y carriolas.
Los dueños del viñedo son quienes conducen la experiencia personalmente.
Probarás Encierra Vineyard Reserve, Carmenere, Rosé y el vino Icono Porel.
No, los visitantes llegan por su cuenta a Encierra Vineyard.
Incluye refrescos y agua embotellada además de las catas de vino.
Tu visita incluye paseos guiados por el viñedo con sus dueños, catas de vinos premium como Encierra Reserve, Carmenere, Rosé e Icono Porel, además de agua embotellada y refrescos para quienes prefieran algo sin alcohol.
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