Si quieres probar el verdadero Prosecco justo donde se produce—y escuchar historias de quienes viven el vino cada día—esta excursión es para ti. Visitarás bodegas boutique, disfrutarás de comida local y descubrirás rincones de Italia que la mayoría de viajeros no conoce.
El aire de la mañana se sentía fresco mientras dejábamos atrás Venecia, rumbo al norte, donde el ruido de la ciudad se desvanece entre viñedos ondulantes. Nuestro guía, Luca—un sommelier que conoce cada recoveco de estas colinas—nos contó historias sobre la región DOCG mientras conducíamos. La furgoneta era cómoda, y pude ver a lugareños ya trabajando en las vides, con sus perros siguiéndolos. Aquí reina la calma, solo interrumpida por el canto de los pájaros y el suave zumbido de los tractores a lo lejos.
La primera parada fue en una bodega familiar escondida entre verdes laderas. Dentro, el aroma a levadura y barricas de roble se percibía sutilmente. Probamos un Prosecco Superiore fresco—seco, nada dulce—con notas de manzana y pera. El enólogo nos explicó cómo el suelo cambia incluso a pocos metros, lo que influye en el sabor de cada botella. Me gustó que nos sirviera tanto variedades espumosas como tranquilas; realmente se nota la diferencia.
Luego llegó el almuerzo en un agriturismo a pocos minutos. Nada sofisticado—solo pasta casera con hierbas silvestres y un plato de quesos locales. La vista se extendía sobre hileras de viñas hasta las colinas lejanas. Hubo tiempo para charlar con otros viajeros y preguntarle a Luca por sus añadas favoritas (él jura por la de 2019). Después visitamos otra pequeña bodega donde probamos un Prosecco brut con un final limpio que nunca antes había notado.
De regreso, hicimos una parada en un puente que tuvo un papel importante en la historia de la Primera Guerra Mundial. El río abajo parecía tranquilo ahora, pero nuestro guía señaló las viejas piedras aún marcadas por metralla. Ya entrada la tarde, las nubes comenzaron a cubrir el cielo y se olía la lluvia—era hora de volver a Venecia con las botellas tintineando suavemente en mi bolsa.
¡Por supuesto! El guía explica todo con claridad y no necesitas conocimientos previos sobre vino para disfrutarla.
Sí, solo avísanos al reservar—los agriturismi locales están encantados de adaptarse a necesidades dietéticas.
La experiencia completa dura unas 8 horas, incluyendo el traslado desde Venecia y todas las paradas en el camino.
Sí, después de cada cata tendrás la oportunidad de comprar botellas directamente a los productores si lo deseas.
Tu día incluye transporte ida y vuelta en una furgoneta o minibús con aire acondicionado, dos catas guiadas en bodegas boutique (con varios tipos de Prosecco), un almuerzo ligero con especialidades regionales en un agriturismo rural, además de un sommelier de habla inglesa como guía durante toda la experiencia.
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