En pleno centro de Roma, arremángate para hacer pasta desde cero con locales que mantienen el ambiente relajado y divertido. Prueba tus creaciones con vino, mira cómo se hace el gelato auténtico y llévate recetas (y quizás algo de harina en la ropa). Es una experiencia práctica y amena, nada de clases aburridas.
“No te preocupes si la masa te queda rara — hasta la primera tanda de mi nonna fue un desastre,” sonrió nuestro chef Marco, con harina en la mejilla. Así empezó todo. Estábamos en una cocina acogedora a solo unas cuadras de Piazza Navona, con las mangas remangadas, rodeados del suave ruido de los cuencos y el aroma de huevos y sémola. Nunca antes había tocado masa fresca para pasta — es más pegajosa de lo que imaginaba, tibia por el calor de mis manos. Marco no paraba de dar vueltas alrededor de la mesa, soltando consejos (“¡más presión!”), y contando anécdotas de sus domingos de infancia. Intenté repetir una palabra italiana para “pellizco” y todos nos reímos (yo incluida). Se sentía más como una cena en casa de un amigo que una clase.
Primero hicimos raviolis — los rellenamos con una ricotta con hierbas que olía tan fresca que casi me recordó a la primavera. Luego tagliatelle, que es más difícil de cortar recto de lo que parece (mis tiras parecían cordones de zapato). ¿Lo mejor? Al final nos sentamos todos juntos, sirviéndonos vino (ilimitado, por cierto — peligroso) y probando lo que habíamos preparado. Hubo un momento en que la luz iluminó los platos justo en el punto perfecto, y la verdad, todavía a veces recuerdo esa imagen. La parte del gelato fue más una demostración — Marco nos mostró cómo lograr esa textura cremosa sin máquinas sofisticadas. Vainilla o chocolate — yo, claro, elegí chocolate.
Me fui con salsa en la camiseta y un recetario digital en el correo (además de un “certificado de graduación” que me hizo reír). Si eres vegetariano, te lo arreglan sin problema — una mujer en nuestro grupo no comía carne y tuvo su propio relleno sin complicaciones. También había niños, amasando con cara seria; nadie se sintió fuera de lugar. Todo duró unas tres horas, pero no se sintió ni apresurado ni lento. Caminé de regreso por Roma mientras caía el atardecer, oliendo a albahaca y sintiéndome orgullosa de mis raviolis un poco irregulares.
La clase dura aproximadamente tres horas de principio a fin.
Sí, hay opciones vegetarianas si avisas con anticipación.
Sí, disfrutarás de una comida con la pasta que prepares y gelato al final.
Incluye vino ilimitado para adultos y refrescos para niños.
Verás una demostración de cómo se hace el gelato, pero no lo prepararás tú mismo.
Sí, después de la clase te enviarán un recetario digital.
Sí, los niños son bienvenidos siempre que estén acompañados por un adulto.
La clase se lleva a cabo en el centro de Roma, cerca de Piazza Navona.
Tu experiencia incluye hacer pasta desde cero con todas las herramientas y delantales; una demostración guiada para preparar gelato italiano auténtico; vino ilimitado para adultos y refrescos para niños; una comida relajada donde degustas lo que cocinaste; además de acceso a un recetario digital y un divertido certificado de graduación antes de volver a las animadas calles de Roma.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?