Únete a locales en un palacio histórico florentino para amasar pasta fresca desde cero, formar raviolis y fettuccine con ayuda experta, y luego compartir todo en una gran mesa con vino orgánico toscano. Risas, aprendizaje práctico y esa magia de la comida que une a extraños, más recetas para llevar a casa.
Confieso que al principio me daba un poco de miedo eso de “amasar tu propia pasta”. Mis manos no son precisamente de abuela italiana, pero ahí estábamos, en un antiguo palacio justo al lado del Ponte Vecchio, con el polvo de harina flotando en la luz de la tarde. Nuestro instructor, Marco, nos enseñó a hacer un pequeño volcán con la harina y a romper los huevos justo en el centro. Él lo hacía parecer tan fácil, pero mi primer intento fue un desastre total. Se rió y dijo: “No se construyó Florencia en un día”. Me cayó bien al instante.
El ambiente olía a trigo tibio y a algo mantecoso — o tal vez era mi imaginación. Estuvimos estirando y formando fettuccine, luego raviolis rellenos de ricotta y nuez moscada (no pude evitar probar un par). Marco nos contó anécdotas de la cocina de su abuela mientras corregía mis torpes pliegues de tortelli. Hubo un momento en que todo quedó en silencio, salvo el suave golpeteo de la masa sobre el mármol y risas que resonaban por el salón. Fue una paz extraña para una clase de cocina.
Después de tanto amasar y doblar, nos sentamos alrededor de una gran mesa con gente que hasta ese momento eran desconocidos, pero que ya no lo parecían. La salsa de tomate llevaba cociéndose desde antes de que llegáramos — se sentía en el aire — y nos sirvieron copas de su propio vino toscano (yo no soy mucho de tintos, pero este... wow). Comimos lo que habíamos preparado: fettuccine enredados en salsa, raviolis suaves con mantequilla y salvia derritiéndose encima. Pasaron un salami de chocolate para el postre; todavía recuerdo esa textura, dulce y masticable a la vez.
Al final nos dieron tarjetas con las recetas para que podamos intentarlo en casa. No sé si mi cocina alguna vez olerá como ese palacio en una noche lluviosa en Florencia, pero lo voy a intentar. Si buscas una clase de pasta en Florencia donde realmente te ensucies las manos (y comas de maravilla), esta es la indicada.
La clase se hace en un palacio histórico a pocos pasos del Ponte Vecchio, en el centro de Florencia.
Harás fettuccine, raviolis rellenos de ricotta y tortelli con aceite de trufa.
Sí, después de cocinar disfrutarás tu pasta casera como almuerzo o cena, con postre incluido.
Sí, se sirve vino orgánico toscano de su propia bodega durante la comida.
No, no se requiere experiencia; instructores profesionales te guían en cada paso.
Sí, familias y niños son bienvenidos; los bebés pueden usar cochecitos o asientos especiales.
La experiencia completa dura unas 3 horas, incluyendo la cocina y la comida.
Sí, al final te entregan tarjetas con las recetas detalladas en inglés.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del lugar.
Tu día incluye todos los ingredientes para preparar tres tipos de pasta fresca y las salsas, todo en grupo dentro de un elegante palacio florentino a pasos del Ponte Vecchio; después cocinarás y disfrutarás un almuerzo o cena con tus creaciones acompañadas de vino orgánico toscano de su propia bodega (con degustación), postre de salami de chocolate con limoncello para cerrar, y un recetario en inglés para que repitas la experiencia en casa.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?