Vive el día a día en una aldea del este de Bali: camina hasta cascadas, aprende a destilar arak, báñate en el río con los locales y ayuda a preparar comidas tradicionales para luego compartirlas en familia. Esta experiencia nocturna te acerca a la vida real del pueblo, ideal si buscas algo más que turismo.
“Tendrás que madrugar,” bromeó nuestro conductor mientras dejábamos atrás el bullicio de la ciudad. La carretera se estrechó, los campos de arroz pasaban veloces y pronto llegamos a Manggis, un pueblo sin tiendas de souvenirs, solo gallos cantando y el tenue aroma a humo de leña que salía de las cocinas. Nuestro anfitrión nos recibió descalzo en la entrada y nos invitó a desayunar: arroz negro caliente con café fuerte servido sobre una estera tejida. Era como entrar en la mañana real de alguien.
Más tarde, seguimos senderos estrechos entre la selva hasta una cascada, el aire cargado de tierra húmeda y canto de aves. Nuestro guía nos mostró cómo destilan arak; nos dejó probarlo directo de la botella, un sabor a la vez fuerte y dulce. El almuerzo fue sencillo pero contundente: arroz, verduras recién cosechadas y un sambal picante que me hizo cosquillas en la nariz. Después nos refrescamos en el río; los niños jugaban cerca mientras intentábamos quitarnos el calor pegajoso.
Al atardecer aprendimos a hacer ofrendas balinesas—pequeñas canastas con flores y hojas—y nos unimos a una oración tranquila con la familia anfitriona. La cena fue un festín Megibung; todos compartimos platos grandes mientras las historias volaban en dos idiomas. Esa noche dormí en un colchón delgado en una habitación pequeña, con solo una sábana y una almohada, escuchando ranas en lugar del tráfico de la ciudad.
Al día siguiente arrancamos antes del amanecer con otro desayuno casero. Ayudamos a cortar pasto para las vacas (mis brazos aún lo recuerdan), y luego vimos cómo hacían azúcar moreno al fuego abierto—el vapor dulce y pegajoso subía mientras se espesaba. Despedirse fue difícil; hay algo en compartir tareas y comidas que te hace sentir parte, aunque sea por un día.
Esta experiencia es mejor para adultos o niños mayores que estén cómodos con condiciones rústicas y actividades al aire libre. Hay insectos y comodidades básicas; los niños pequeños podrían tener dificultades.
Debes poder caminar por caminos irregulares y realizar trabajos ligeros como cortar pasto o hacer caminatas cortas. La mayoría con condición física promedio lo manejará bien.
No se pueden adaptar las comidas a dietas especiales; los platos son tradicionales balineses con ingredientes locales sin modificaciones.
Lleva ropa ligera que puedas ensuciar, sandalias o zapatos para el río, repelente de insectos, artículos de aseo y cualquier snack o medicamento personal que necesites.
Tu experiencia incluye traslado ida y vuelta en coche, todas las comidas caseras balinesas—desayuno, almuerzo, cena (con festín Megibung)—degustación de arak fresco, alojamiento en casa tradicional con ropa de cama básica, clase práctica de cocina, guía para trekking a cascadas, demostración de elaboración de azúcar moreno (con algo para llevar), visita a plantación de café con degustación al final, y mucho tiempo aprendiendo directamente con familias locales.
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