Camina entre cultivos de cacao cerca de Medellín, recoge fruta directamente del árbol, ayuda a tostar y moler semillas sobre fuego de leña con agricultores locales, y crea tus propias barras de chocolate con ingredientes frescos de la finca. Ríe con chocolate caliente y pan de queso, y escucha historias únicas.
Lo primero que recuerdo es el sonido: pájaros entre las verdes colinas cerca de Medellín, y luego el crujir de la grava bajo nuestra van al llegar a la finca de cacao. Nuestro guía, Andrés, nos saludó con una sonrisa enorme y nos ofreció vasos de jugo de mandarina frío que sabía a pura luz. El aire tenía un aroma dulce, casi terroso. No esperaba sentirme tan bienvenido tan rápido; esto no es un show para turistas, es un lugar familiar de verdad.
Recorrimos entre árboles con vainas amarillas colgando bajas, y Andrés empezó a contarnos cómo se hace el chocolate (muchos más pasos de los que imaginaba). Nos enseñó a reconocer el cacao maduro y nos dejó probar a recogerlo. Mis manos se pegaron al abrir la fruta — dentro había una pulpa blanca y resbalosa alrededor de las semillas. Se puede comer cruda; tiene un sabor ácido y dulce que no se parece a ningún chocolate que haya probado. La familia se rió cuando puse cara rara al primer bocado. Dicen que cada quien reacciona distinto.
De vuelta en la casa, ayudamos a sacar las semillas para fermentarlas (el olor es intenso, agrio pero no desagradable) y aprendimos cómo las secan al sol o en un invernadero llamado marquesina. El tostado lo hacen sobre fuego de leña — humeante, lento, casi hipnótico ver cómo alguien revuelve las semillas a mano por media hora. Probamos moler las semillas tostadas en un molino antiguo que chirriaba en cada vuelta. Seguro más cacao terminó en la mesa que en el recipiente, pero a nadie le importó.
¿Lo mejor? Preparar nuestras propias barras de chocolate con lo que había a mano: jengibre, cáscara de limón, hasta pimienta verde si te atreves (yo no). Mientras nuestras creaciones se enfriaban en la nevera, nos sentamos afuera con chocolate caliente y pan de queso, mirando las colinas onduladas — uno de esos momentos tranquilos que se quedan contigo mucho después de irte. De regreso a Medellín no dejaba de pensar en todo el trabajo que hay detrás de algo que comemos sin pensarlo dos veces. Así que sí… si buscas un tour de chocolate en Medellín que sea auténtico (y divertido en el buen sentido), este es el indicado.
Unos 60 minutos en vehículo privado desde el centro de Medellín hasta la finca.
Sí, el transporte de ida y vuelta desde tu alojamiento en El Poblado o Laureles está incluido.
Sí, participarás en todo el proceso, desde la cosecha del cacao hasta mezclar tu propia barra con ingredientes frescos.
Al llegar recibirás jugo de mandarina fresco, además de chocolate caliente y pan de queso tradicional durante la visita.
Es una experiencia privada solo para tu grupo con guía bilingüe.
Sí, al final puedes comprar chocolate artesanal de comercio justo.
El tour es apto para todos los niveles de condición física, pero no se recomienda para mujeres embarazadas.
Tu día incluye transporte privado desde y hacia tu hotel en El Poblado o Laureles, todas las actividades en la finca de cacao con guías locales bilingües, jugo de mandarina fresco al llegar, participación activa en cada etapa de la elaboración del chocolate artesanal (desde la cosecha hasta el moldeado), y chocolate caliente con pan de queso tradicional antes de regresar a Medellín.
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