Recorre Hunter Valley probando vinos boutique, gin directo de destilerías locales y platos llenos de sabores regionales en un almuerzo relajado, todo acompañado de historias de guías que conocen cada atajo. Ríe con maridajes de queso, disfruta tours exclusivos tras las puertas de las bodegas y tal vez descubras tu chocolate favorito antes de volver a Sydney.
Lo primero que recuerdo es el portazo del minibús al cerrarse detrás de nosotros en Sydney—como diciendo, bueno, allá vamos—y luego cómo todo se fue calmando al alejarnos de la ciudad. Cuando llegamos a Hunter Valley, el aire parecía más suave, con un toque de eucalipto y algo dulce que no lograba identificar. Nuestra guía, Jess (que creció por aquí cerca), nos señaló hileras de viñas casi demasiado perfectas. Nos contó que los locales llaman a esta época “el clima del vino”—y me hizo gracia porque, siendo sinceros, ¿no es temporada todo el año?
La primera parada fue en una bodega familiar donde el perro del dueño nos recibió antes que nadie. Dentro, se olía a barricas de roble y a algo afrutado—¿grosella negra quizá? El enólogo nos sirvió un semillón y explicó por qué los blancos de Hunter Valley son tan frescos y vibrantes. Intenté parecer entendido, pero más que nada asentía y probaba. Jess me dio un codazo cuando casi confundí mi copa durante la maridaje con quesos (novato total). Las risas llenaban la sala de catas—gente de Melbourne, una pareja de Singapur—todos se soltaron después de unos cuantos sorbos.
Después visitamos la destilería. Nos dejaron probar gin directo de esas botellitas bajitas que estaban alineadas sobre una tabla de madera. Las hierbas tenían un sabor especial—enebro, pero también ¿limón mirto? Mi amiga intentó decir “gracias” con su mejor acento australiano; el barman sonrió y le sirvió un poco más. Luego llegó el almuerzo—un plato contundente (yo elegí schnitzel de pollo) acompañado de una sidra local que se sentía fresca y fría bajo el sol. Hay un momento en que miras esas colinas onduladas y te das cuenta que no piensas en nada más, salvo en lo bien que sabe la comida cuando no tienes prisa.
Entre las muestras de chocolate (que perdí la cuenta) y el paseo tras bambalinas en otra bodega, me di cuenta de que aquí todos están orgullosos pero sin presumir de su oficio. Es fácil olvidar que estás a solo un par de horas de Sydney cuando estás entre barricas en ese aire fresco de la bodega. De regreso, alguien se quedó dormido apoyado en la ventana; yo seguía repasando en mi cabeza ese primer sorbo de semillón—¿sabes? Todavía se queda en el aire.
Es una excursión de día completo que sale por la mañana y regresa por la noche.
Sí, incluye un almuerzo relajado de un plato con vino o cerveza.
Por favor, avisa cualquier necesidad dietética al reservar; hay opciones disponibles.
Visitarás tres bodegas boutique más una destilería para catas guiadas.
Sí, se ofrece recogida y regreso en puntos céntricos de Sydney.
Sí, hay un tour exclusivo por la producción en una bodega local.
Disfrutarás de catas de gin y vodka en una destilería local junto con los vinos.
El tour es apto para todos los niveles; se requiere caminar poco.
No se recomienda para embarazadas debido a las catas de alcohol.
Sí, para el tour de producción en la bodega es obligatorio usar zapatos cerrados.
Tu día incluye recogida y regreso desde el centro de Sydney en minibús con aire acondicionado, catas guiadas en tres bodegas boutique más una parada en una destilería local para probar gin y vodka, acceso exclusivo a zonas de producción (recuerda llevar zapatos cerrados), además de un almuerzo relajado de un plato acompañado con vino o cerveza, antes de volver a Sydney con comodidad.
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