Vive una experiencia real en una cocina florentina, amasa pasta fresca con la guía de un chef local, prepara tu propio gelato de vainilla o chocolate y disfruta un almuerzo con nuevos amigos y vino ilimitado. Te llevarás recetas digitales y, quizás, un poco de harina en la ropa, pero sobre todo recuerdos llenos de risas y sabor.
Entras a esta cocina luminosa en pleno centro de Florencia y ya hay harina esparcida sobre la mesa, como si alguien acabara de preparar un almuerzo para amigos. Nuestra chef (creo que se llamaba Martina) nos recibió con una sonrisa enorme y cálida, y un delantal que parecía haber visto muchas salsas de tomate. Yo me enredé un poco para atarme el mío, pero a nadie pareció importarle. Los demás del grupo venían de todas partes: una pareja de Canadá, dos hermanas de España... todos un poco nerviosos al principio, pero el aroma a albahaca y mantequilla hirviendo hacía imposible no relajarse.
Empezamos con la masa de pasta. Nunca imaginé lo pegajosas que quedan las manos al amasar sémola con huevos; tiene algo muy reconfortante. Martina no paraba de decir “piano, piano” —despacio, despacio— y nos enseñó a estirar los tagliatelle sin romperlos. No esperaba reírme tanto con mis raviolis torcidos. Nos hizo probar el relleno antes de cerrarlos: ricotta con hierbas que olían a campo fresco. ¿Lo mejor? Elegir nuestra propia salsa (yo opté por pesto porque, bueno, cuando estás en Florencia...).
Después de haber dejado un desastre para tres cocinas, pasamos al gelato. Vainilla o chocolate —Martina explicó que el secreto del gelato auténtico está en la temperatura y el tiempo, no solo en el azúcar. Nos dejó probar a manejar la máquina (el mío salió un poco suave, pero sabía a crema de verdad, no a aire). Hubo un momento en que todos nos quedamos en silencio saboreando la primera cucharada; es curioso cómo la comida a veces logra eso.
Almorzar alrededor de la gran mesa fue como comer con primos lejanos que acabas de conocer: el vino no dejaba de aparecer en las copas (decían que era ilimitado y no mentían), los niños pedían más gelato, y alguien intentaba traducir “buon appetito” en cinco idiomas a la vez. Me fui con un recetario digital y un diploma de graduación divertido en la bolsa, pero sobre todo con esa sensación de haber descubierto un secreto —aunque solo sea cómo no pasarte con la cocción de la pasta.
Sí, la clase es apta para vegetarianos si lo avisas con anticipación.
Sí, los adultos tienen vino ilimitado y los niños refrescos.
Sí, te entregan un recetario digital con todo lo que aprendiste.
La clase estándar dura unas 3 horas; también hay una opción de 5 horas que incluye un tour por el mercado.
No, no incluye recogida; pero hay opciones de transporte público cerca.
Sí, los niños pueden participar si van acompañados por un adulto.
Por favor avisa con anticipación sobre cualquier intolerancia o alergia para que puedan adaptarse si es posible.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito durante la experiencia.
Sí, al final te entregan un certificado de graduación.
Tu día incluye una clase práctica de pasta y gelato con un chef profesional en el centro de Florencia, vino o refrescos ilimitados según la edad, todos los ingredientes (con opciones vegetarianas si las pides), recetas digitales para repetir en casa y un divertido certificado de graduación como recuerdo antes de volver a las calles llenas de vida de Florencia.
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