Pedalea por caminos tranquilos cerca de Can Tho con un guía local al inicio, luego explora por tu cuenta pasando por granjas de cacao y fruta del dragón, conociendo gente del lugar. Prueba fruta fresca, visita un monasterio zen y disfruta la vida del pueblo a tu ritmo — momentos que recordarás mucho después de dejar el delta del Mekong.
Lo primero que noté fue el sonido — nada de tráfico ni motores, solo el suave chapoteo del canal al bajar las bicis de la furgoneta. El aire olía a verde, a hojas mojadas y a algo dulce que no supe identificar. Minh, nuestro guía, sonrió y me pasó un casco que parecía haber vivido muchas aventuras. “Aquí vamos despacio,” dijo. “Sin prisas.” Y así fue.
Empezamos juntos por esos caminos estrechos que serpentean entre plátanos y casitas pintadas de azules y amarillos desgastados. Minh nos paró en una granja de cacao donde el dueño abrió una vaina delante de nosotros — la pulpa era pegajosa y ácida, nada que ver con el chocolate todavía. Nos dejó probarla (yo puse cara rara; Minh se rió). Más adelante pasamos por una finca de fruta del dragón; esas frutas rosas parecían casi de mentira entre tanto verde. Por ahí Minh nos dijo adiós — “¡Ya saben el camino!” — y de repente estábamos solos pedaleando bajo ramas bajas, esquivando gallinas.
Me encantó esa libertad durante casi todo el día en la ruta en bici por el campo de Can Tho — nadie diciéndonos cuándo parar o apurarnos. Encontramos un enorme árbol banyan con raíces colgantes como cuerdas, y me senté un rato a escuchar a alguien cantar bajito mientras trabajaba en su jardín. En un momento mi amigo intentó pedir indicaciones en vietnamita; el anciano solo sonrió y señaló con todo el brazo.
El monasterio zen fue más tranquilo de lo que esperaba — humo de incienso subiendo a la luz del sol entre vigas de madera. Todavía recuerdo la paz que sentí allí después de tanto pedalear. Cuando volvimos a la ciudad (unos 10 km en total), las piernas dolían, pero de esa manera buena que te hace sentir que viste algo real. No todo salió perfecto — se me salió la cadena una vez, nos perdimos un poco — pero honestamente, eso fue lo que hizo que el recuerdo quedara.
La ruta completa es de unos 10 km.
Un guía local acompaña parte del camino; el resto lo exploras por tu cuenta.
Visitarás una granja de cacao (con explicación) y otra de fruta del dragón.
Sí, se proporcionan bicicletas de buena calidad para todos los participantes.
Sí, los niños pequeños pueden usar asientos para bebés en las bicis de adultos; los mayores tienen bicis más pequeñas.
Incluye recogida y regreso, degustación de frutas, bebida casera de chocolate y presentación de la ruta.
Sí, los animales de servicio son bienvenidos en esta experiencia.
Tu día incluye recogida y regreso en Can Tho, uso de bicicletas de buena calidad (con asientos para bebés si hace falta), guía local durante parte del recorrido y explicación para que explores solo después, visitas a granjas de cacao y fruta del dragón con degustaciones, incluida bebida casera de chocolate — y tiempo para disfrutar la vida del pueblo antes de volver.
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