Si buscas algo más que solo probar vinos cerca de Ciudad del Cabo—paseos históricos en Stellenbosch, maridajes con quesos en viñedos familiares, almuerzo en el corazón gastronómico de Franschhoek y ese icónico paseo en tranvía—este tour lo tiene todo con historias locales y un ritmo relajado.
Salir de Ciudad del Cabo siempre se siente como un suspiro profundo. Dejamos atrás la ciudad, pasando por el township de Langa—nuestro guía, Sipho, señalaba las antiguas casas de ladrillo y los nuevos talleres de cerámica. Hay una energía aquí que no puedes ignorar; incluso desde la ventana se percibe el aroma de hogueras y pan recién hecho de los vendedores callejeros. El viaje hasta Zevenwacht Wine Estate dura cerca de una hora, pero con las historias que cuenta Sipho, se pasa volando.
Zevenwacht fue nuestra primera parada. El aire de la mañana estaba fresco y limpio—ideal para ese primer sorbo de chenin blanc acompañado de queso local. Aún recuerdo el tour por la bodega: barriles apilados hasta el techo, un olor terroso que flotaba en el ambiente. Probar el vino justo donde se hace tiene algo mágico.
Luego llegamos a Stellenbosch. El pueblo tiene un encanto de otra época—robles que llevan más años que muchos países, canales de agua que recorren Dorp Street, y esas clásicas fachadas blancas que ves por todos lados. Paseamos a pie un rato; me tomé un café en De Warenmarkt (no te pierdas sus pasteles si puedes). Nuestro guía nos mostró edificios con más de 300 años de historia—era como caminar por un museo vivo.
Después nos dirigimos a Franschhoek. El camino está lleno de viñedos ondulantes y vistas a montañas—la cordillera Simonsberg se asoma a lo lejos. En Marianne Wine Estate probamos vino con biltong (carne seca sudafricana). ¡Nunca pensé que me gustaría tanto esa combinación! El campo aquí transmite una paz especial; hasta los pájaros parecen más tranquilos.
El almuerzo en Franschhoek fue uno de mis momentos favoritos. La calle principal está llena de cafés y panaderías pequeñas—querrás quedarte un rato. Tuvimos tiempo para visitar el Monumento a los Hugonotes al final del pueblo; tiene una dignidad tranquila. Nuestro guía explicó cómo los colonos franceses moldearon todo aquí—desde la comida hasta la arquitectura.
La última parte fue pura diversión: subir al Franschhoek Wine Tram rumbo a la bodega Rickety Bridge. El tranvía avanza despacio y ofrece vistas al aire libre de viñedos que parecen no acabar. Rickety Bridge existe desde 1797; sus vinos tintos se disfrutan mejor con calma.
De regreso, paramos en la prisión de Drakenstein—el lugar donde Nelson Mandela pasó sus últimos meses antes de ser liberado. No hay tour por las celdas, pero solo verlo y escuchar a Sipho contar sobre el tiempo de Mandela allí me puso la piel de gallina.
¡Claro que sí! El tour es accesible para sillas de ruedas y hay asientos para bebés si los necesitas. Todas las edades son bienvenidas (las degustaciones son solo para mayores de 18 años).
Pasarás la mayor parte del día explorando—calculá unas 8-9 horas incluyendo traslados y degustaciones.
No es necesario reservar antes; tu guía te recomendará los mejores lugares en Franschhoek para que elijas según tu gusto el día del tour.
Una chaqueta ligera (las mañanas pueden ser frescas), zapatos cómodos para caminar en Stellenbosch y algo de efectivo para snacks o souvenirs en el camino.
Incluye recogida y regreso a tu hotel, agua embotellada para mantenerte hidratado entre degustaciones, combustible y un guía local profesional que te acompañará en cada paso (y sorbo) del viaje.
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