Recorrerás historia viva en la Hacienda Morne Coubaril—degustarás agua fresca de coco, probarás el antiguo baile del cacao y verás cómo la caña se convierte en jarabe con la ayuda de un burro muy paciente. Es un pedazo real de la vida en Santa Lucía que puedes tocar (y saborear).
Lo primero que me llamó la atención fue el suave crujir de la grava bajo mis pies mientras caminábamos hacia la antigua casa de la hacienda. El aire olía a dulce tenue, como azúcar tibia y tierra después de la lluvia. Nuestra guía, Marcia, nos llamó hacia un grupo de chozas de madera. Nos explicó que eran réplicas de las que usaban los aldeanos hace siglos. Aún se veía el techo de palma atado con tiras de corteza, y me sorprendí pasando la mano por la madera áspera solo para sentirla.
Observamos a un experto local abrir cocos con un solo movimiento fluido—sin titubeos, fruto de años de práctica. El agua de coco sabía fría y ligeramente salada, perfecta después de la caminata bajo el sol del mediodía. De fondo se escuchaba un suave zumbido—resultó ser el molino de caña de azúcar movido por un burro que empezaba a funcionar. Los niños reían mientras alimentaban la prensa con tallos de caña; yo también lo intenté y el jugo pegajoso me resbaló por los dedos.
El baile del cacao fue otra experiencia. Marcia nos mostró cómo se pulen los granos con los pies—nos invitó a probar, aunque yo solo me reía de mis torpes pasos. Probamos granos de cacao tostados justo ahí; tenían un sabor a nuez y amargo, nada que ver con el chocolate de supermercado. Al final, aprendí más sobre la historia de Santa Lucía que en cualquier museo—y además, pude saborearla.
¡Sí! Los caminos son accesibles para cochecitos y a los niños les encanta ver el molino de burro en acción.
La experiencia completa dura alrededor de una hora, incluyendo todas las degustaciones y demostraciones.
Los autobuses públicos paran cerca—es fácil llegar sin coche.
La hacienda es accesible para sillas de ruedas, aunque hay algunas zonas irregulares; avísanos si necesitas ayuda extra.
Te guiará un amable local que conoce cada rincón de la Hacienda Morne Coubaril. Todas las degustaciones—agua de coco, granos de cacao—están incluidas, además de demostraciones prácticas con herramientas tradicionales. Solo trae tu curiosidad (y quizá un sombrero para el sol).
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