Vas a recorrer las calles auténticas de Pitillal con un guía local, probando tacos de carnitas directo del mostrador de Neto y dulces tamales en La Tianita. Ríete con la fruta fresca de Ernesto y disfruta churros pegajosos mientras charlas con los vecinos. No es solo una comida, es vivir un rato la vida diaria de este barrio.
¿Conoces esa sensación al bajarte del camión y que todo huela a masa y carne asada? Así empezó nuestro día en Pitillal, justo a las afueras de Puerto Vallarta. No es un lugar turístico—no había puestos de souvenirs ni nadie tratando de venderme un sombrero. Solo niños corriendo entre tiendas, señores jugando dominó en la esquina y ese murmullo tranquilo de la vida cotidiana. Nuestro guía, Martín, nos hizo señas con una sonrisa y nos pasó servilletas antes de llegar a la primera parada. Supongo que ya sabía lo que venía.
Primero fuimos a Tacos Neto—carnitas tan suaves que casi se deshacían en la boca. El aire estaba impregnado de ese aroma dulce y cervecero, y recuerdo ver a Neto mismo picando la carne a toda velocidad mientras platicaba con Martín sobre el partido de fútbol de anoche. Alguien del grupo pidió “más salsa” y terminó con una divertida clase de pronunciación en español (Li se rió tanto que casi se le cae el taco). Después llegaron las tostadas de mariscos en Mariscos Pichi—camarones tan frescos que parecía que el mar los acababa de soltar. Me quedé un momento quieto, tostada en mano, escuchando el chisporroteo de la parrilla y pensando: “Esto es justo lo que buscaba.”
Seguimos caminando—birria en Robles (carne de res cocida a fuego lento que me dejó los dedos pegajosos), tamales en La Tianita (de hoja de plátano, suaves como pastel), luego la frutería de Ernesto donde espolvoreó chile en piña y me la entregó con un gesto como diciendo “esto te va a volar la cabeza”. La paletería fue la siguiente; elegí guayaba porque se veía más bonita, pero terminé robando bocados de las paletas de todos. Cuando llegamos al puesto de churros—masa caliente cubierta de azúcar con canela—ya estaba lleno, pero de alguna forma quería seguir probando más de lo que este barrio tenía para mostrarme.
¿Sabes? No esperaba sentirme tan bienvenido aquí. La gente sonreía al pasar; Martín saludaba a medio pueblo. El tour no fue apresurado—a veces nos quedábamos en la sombra platicando sobre cómo cada familia tiene su propia receta de tamales o por qué todos discuten sobre cuál taquería es la mejor (la respuesta depende de a quién preguntes). Incluso ahora, en casa, recuerdo esos pequeños momentos—el sabor del limón en mis dedos o cómo la luz del sol daba en los adoquines—y sí... me dan ganas de volver.
El tour dura aproximadamente 3.5 horas de principio a fin.
Visitarás ocho lugares diferentes durante el recorrido.
Sí, todas las degustaciones están incluidas y son suficientes como almuerzo para la mayoría.
El tour inicia en el barrio de Pitillal, cerca de Puerto Vallarta.
Sí, los niños pueden participar y los bebés o niños pequeños pueden ir en carriola.
Hay opciones vegetarianas si las pides al hacer la reserva.
El tour se hace con lluvia o sol; viste según el clima.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del punto de inicio en Pitillal.
Tu día incluye un recorrido guiado a pie por Pitillal con un experto en comida local, degustaciones en ocho lugares distintos—desde tacos de carnitas hasta paletas artesanales—y suficiente comida para que probablemente no necesites almorzar después. Solo trae hambre y cualquier necesidad especial al reservar; lo demás lo cubrimos en estas calles llenas de vida.
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