Descubre Ciudad de México a través de sus mercados y cocinas: prepara antojitos callejeros, haz tortillas a mano y disfruta mezcal con nuevos amigos. Aprende por qué los ingredientes importan mientras recorres Mercado Medellín con tu chef. Para la hora de la comida, habrás cocinado y probado platillos que recordarás mucho después de volver a casa.
“No desayunen,” nos dijo el chef con una sonrisa, mientras nos pasaba un vaso de agua fresca con sabor a lima y algo más que no supe identificar. Apenas nos conocíamos, pero ya me sentía como en la cocina de un amigo, no en una clase. El grupo era variado: una pareja de Oaxaca, un chico de Canadá que no paraba de preguntar por los chiles. Nuestra guía, Paola, empezó a contar cómo su abuela preparaba mole blanco para los cumpleaños. Me dio un puñado de semillas de ajonjolí para oler—con un aroma a nuez, casi dulce—y de ahí nos fuimos al Mercado Medellín, que queda a la vuelta, pero parecía otro mundo.
Lo primero que nos recibió fue el ruido del mercado: vendedores gritando precios, alguien picando cilantro tan rápido que parecía lluvia. Paola conocía a todos; saludó a un señor que vendía nopales y nos hizo probar uno ahí mismo (¿baboso pero rico?). Nos explicó por qué este tipo de maíz es mejor para tortillas, y no aquel otro—yo asentía como si entendiera, pero en realidad me encantaba verla regatear por aguacates. Ya en la cocina, nos enredamos haciendo sopes y mextlapique; mis tortillas quedaron tristes, pero a nadie le importó. Sirvieron mezcal en vasitos de barro (“¡tómalo a sorbos, no de un trago!”), y cerveza artesanal para quien quisiera. El mole se fue armando poco a poco—almendras, piñones, pasas—y cuando finalmente nos sentamos a comer lo que habíamos preparado, todo sabía más intenso, más vivo.
Intenté decir “mextlapique” en español y Paola se rió tanto que casi se le cae la cuchara. La comida fue ruidosa y desordenada—pan de maíz con chocolate caliente al final (hecho con agua, que es lo tradicional). Alguien pidió repetir salsa; yo no podía dejar de pensar en ese aroma en la cocina cuando los chiles tocaban el comal. No fue nada formal ni elegante—solo gente compartiendo comida y anécdotas hasta perder la noción del tiempo.
La experiencia dura varias horas, incluyendo el recorrido por el mercado y la clase práctica de cocina con comida incluida.
No, Mercado Medellín está a poca distancia a pie desde donde se realiza la clase.
Prepararás antojitos callejeros (sopes con dos tipos de salsa), mextlapique sin masa, mole blanco y pan de maíz acompañado de chocolate caliente.
Sí, incluye mezcal artesanal, cerveza o vino mexicano durante la comida, además de agua fresca al inicio.
¡Claro! El mole blanco puede servirse con queso panela o champiñones en lugar de pollo si avisas con anticipación.
No, debido a ingredientes como almendras y cacahuates en el mole blanco, no es recomendable para personas con alergias a frutos secos.
Sí, te entregan recetas impresas para que puedas repetir lo aprendido cuando regreses a casa.
No se requiere experiencia; el chef guía a todos paso a paso en cada platillo.
Tu día incluye un recorrido guiado a pie por Mercado Medellín, todos los ingredientes para cada platillo, instrucción práctica de un chef profesional, mezcal artesanal o cerveza o vino mexicano durante tu comida de cuatro tiempos (que tú mismo cocinarás), recetas impresas para llevar y hasta un delantal para usar durante la experiencia.
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