Vive la experiencia de cocinar en una auténtica cocina milanesa junto a un chef local, sin menú fijo, solo lo que esté fresco ese día. Risas con harina, pasta hecha a mano, trucos útiles para casa y una cena relajada con vino para cerrar.
Apenas entramos en la cocina en Milán, me llegó el aroma del albahaca fresca — no esa de supermercado, sino la que se queda pegada en los dedos. El chef Andrea nos entregó los delantales y sonrió: “Hoy no hay menú, sorpresa total.” Me gustó eso. Afuera se escuchaba el murmullo de la calle, pero dentro parecía que el tiempo se había detenido un rato. Empezamos con un aperitivo — creo que mi masa de focaccia parecía más una almohada que pan, pero Andrea se rió y me enseñó a amasar bien. Tiene un ritmo que, curiosamente, relaja mucho.
El plato principal fueron pasta — tagliatelle hechas a mano desde cero. Estirar la masa fue más difícil de lo que pensaba (la mía se pegaba todo el tiempo), pero Andrea tenía una forma de explicar que hacía que no te sintieras tonto por preguntar dos veces. Alguien intentó decir “parmigiana” en italiano perfecto y Andrea le dio una clase completa, pero corregía con tanta simpatía que no resultaba incómodo. El grupo empezó a compartir anécdotas de sus desastres en la cocina — parece que a todos se les quema el ajo alguna vez.
De postre preparamos tiramisú (yo acabé con cacao por todos lados). Para entonces ya estábamos tan cómodos que nos burlábamos de quién terminaría con el delantal más sucio. Cuando finalmente nos sentamos con copas de vino tinto y platos llenos, se sentía más como una cena familiar que una clase. Hubo un momento de silencio antes de empezar a comer — solo tenedores en el aire y ese aroma cálido de café y chocolate flotando. Todavía recuerdo esa primera cucharada.
La clase se lleva a cabo en el taller profesional del chef Andrea en Milán.
No incluye recogida; tendrás que llegar a la cocina por tu cuenta.
Sí, hay menús especiales si se avisa al hacer la reserva.
No se sabe hasta llegar; varían, pero suelen incluir aperitivo, pasta o ñoquis caseros y postre como tiramisú o cantucci.
Sí, tras cocinar se comparte una comida o cena con vino italiano.
Los bebés y niños pequeños pueden asistir si permanecen en cochecito o silla de paseo.
Sí, se ofrecen vinos y licores italianos, además de café, té, agua y snacks de bienvenida.
No se especifica el tamaño del grupo, pero las clases son prácticas y guiadas personalmente por el chef Andrea.
Tu día incluye todos los ingredientes y utensilios para preparar tres recetas italianas tradicionales desde cero junto al chef Andrea en su cocina de Milán; snacks de bienvenida; agua natural y con gas; vinos y licores italianos; café americano y selección de tés; tarjetas con las recetas para llevar; y una comida relajada al final de la clase.
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