Disfruta distintas añadas de Chianti Classico justo donde se elaboran, recorre la pequeña bodega de Montefioralle con un guía local y prueba aperitivos toscanos con vistas al campo. Prepárate para charlas amenas, sabores auténticos y muchas historias — además de un paisaje que recordarás mucho tiempo.
Ahí estás — al borde de la colina de Montefioralle, rodeado de viñas, con ese pueblo de piedra antiguo justo detrás. Recuerdo el aire con un aroma dulce, como hierba recién cortada y un toque herbal. Nuestra guía, Marta, nos llamó hacia una mesa de madera al aire libre (bromeó que el viento a veces se lleva las servilletas) y sirvió un poco de Chianti Classico. La copa estaba fresca en mi mano; el vino tenía un sabor más intenso de lo que esperaba, pero se suavizó tras un bocado de queso salado. No sé si fue la vista o estar ahí con desconocidos que parecían conocidos, pero no tenía prisa por irme.
Recorrimos su pequeña bodega — de verdad, en algunos sitios hay que agacharse — y Marta nos explicó todo el proceso, desde la uva hasta la botella. Señaló cuáles barricas eran Riserva y cuáles para Vin Santo (ese olía a albaricoques secos si te acercabas). Le pregunté qué diferencia había entre añadas y sonrió: “Es sobre todo paciencia… y el clima.” Había algo reconfortante en lo natural que se sentía todo. Nada de discursos largos ni ventas; solo historias de su familia recogiendo uvas cada otoño.
Los aperitivos eran sencillos: pan con aceite de oliva, unas lonchas de salami. Nada sofisticado, pero justo lo que necesitábamos entre sorbo y sorbo. Probamos dos Chianti Classico juntos — 2018 y 2019 — y aunque no soy experto, pude notar lo que Marta decía sobre cómo cambia el tiempo. Alguien intentó decir “gracias” con la boca llena de pan; todos nos reímos. Es curioso lo que se queda después de un día en Chianti — no solo el vino, sino momentos así.
Sí, bebés y niños pequeños pueden participar; se permiten cochecitos.
Probarás Chianti Classico (2018 y 2019), Riserva 2018 y Vin Santo del Chianti Classico 2017.
Sí, se sirven aperitivos ligeros como pan con aceite de oliva y salami para acompañar los vinos.
Las catas son al aire libre entre viñedos o en una sala pequeña sobre la bodega, según el clima.
La visita incluye un breve paseo por los viñedos y una visita guiada a la pequeña bodega en el lugar.
El tour es apto para todos los niveles físicos; se permiten cochecitos.
Sí, los animales de servicio están permitidos en este tour.
No, no se menciona recogida en hoteles; los visitantes deben llegar por su cuenta a la bodega Montefioralle.
Tu visita incluye varias catas de los vinos propios de Montefioralle — Chianti Classico de diferentes años, Riserva y Vin Santo — además de aperitivos toscanos sencillos para acompañar. Un guía local te lleva por las filas de viñedos y su pequeña bodega en el lugar. Se admiten animales de servicio, los niños pueden venir en cochecito si es necesario, y todo se hace con calma en uno de los paisajes más bonitos de Chianti.
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