Te ensuciarás las manos de harina y te llenarás de risas mientras aprendes los pasos clásicos de la panadería francesa cerca de Notre-Dame. Dale forma a tu propia baguette, prueba la masa de croissant, degusta pasteles frescos y escucha las historias de una panadera parisina que hace que todo parezca posible.
“Nunca volverás a ver una baguette igual,” sonrió nuestra guía, quitándose la harina del delantal. Ya tenía la camisa manchada (riesgos del oficio, al parecer), pero no me importaba; estaba demasiado concentrado amasando y tratando de recordar las diferencias entre todas esas harinas que tenía frente a mí. La cocina estaba justo detrás de Notre-Dame, con la luz del sol entrando por la ventana y el suave ruido de scooters afuera. Éramos solo seis, así que se sentía más como estar en casa de alguien que en una clase formal.
Creía saber cómo debía sentirse un croissant, pero cuando empezamos a laminar la masa, capa tras capa, me di cuenta de que nunca le había prestado tanta atención. Nuestra panadera (¿Marie? ¿O Marion? Soy pésimo con los nombres) nos mostró cómo doblar y enrollar, haciendo un pequeño “shh” cada vez que alguien apretaba demasiado. En un momento me pasó un trozo de masa aún tibia del levado; olía dulce, casi a miel. Nos reímos de mi intento fallido de darle forma — el mío parecía más un caracol torcido que algo que verías en una panadería parisina.
¿Lo mejor? Probar todo mientras avanzábamos. Pan calentito, bordes hojaldrados de pasteles — hay algo especial en comer lo que acabas de hacer que hace que todo sepa mejor. Marie (vamos a quedarnos con ese nombre) nos contó historias sobre cómo cada panadería en París tiene sus secretos para conseguir esa corteza perfecta. Incluso nos dejó probar diferentes masas madre — una olía casi a fruta, lo que me sorprendió. Al final tenía las manos pegajosas y el estómago lleno, pero sobre todo una felicidad tranquila. A veces todavía recuerdo ese primer bocado de pan recién hecho, especialmente en las mañanas lluviosas en casa.
Los niños pueden participar si van acompañados de un adulto; los menores de 5 años entran gratis pero no participarán activamente por seguridad.
La clase se lleva a cabo cerca de la catedral de Notre-Dame, en el centro de París.
El grupo máximo es de 8 personas para mantener la experiencia íntima.
Sí, durante la clase práctica se incluyen degustaciones dulces y saladas.
Prepararás masa para pan (incluyendo baguettes) y para croissants durante la sesión.
No hay ascensor; hay que subir 15 escalones hasta el espacio en el segundo piso.
Sí, hay opciones de transporte público muy cerca del lugar.
Se permiten animales de servicio durante la clase.
Tu día incluye una clase práctica de panadería francesa con un experto cerca de Notre-Dame, muchas degustaciones dulces y saladas para disfrutar, además de todos los ingredientes y utensilios en una cocina acogedora.
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