Recorrerás los bares más antiguos de Sevilla con un experto local, probando jamón ibérico, queso manchego, pescaíto frito con jerez y el famoso vino de naranja donde nació todo. Entre risas, historias y algún que otro error con el idioma, acabarás entendiendo cómo comen los sevillanos — y seguro que querrás repetir.
Para ser sincero, me apunté a este tour de tapas en Sevilla más que nada por hambre y curiosidad, pero no esperaba terminar sintiéndome tan conectado con la ciudad. Empezamos en el Barrio Judío, en un bar que data de 1870, donde nuestra guía Marta me sirvió un plato pequeño de ensaladilla rusa (nada que ver con la que conozco) y unas lonchas de jamón ibérico que se deshacían en la boca. El lugar olía a madera vieja y algo dulce, quizás vermut. Al fondo, un grupo de señores mayores discutía de fútbol — alto, pero con un tono amistoso. Yo me quedé ahí, sonriendo con mi copa de vermut rojo, intentando parecer que encajaba.
Marta nos llevó por callejones que jamás habría encontrado sola — una taberna diminuta cerca de la Catedral parecía casi pequeña para nuestro grupo. Nos pidió queso manchego y panceta de cerdo asada lentamente (aún sueño con ese borde crujiente), y luego nos sirvió vino de naranja. Al parecer, este es el lugar por excelencia para probarlo en Sevilla. Intenté decir “vino de naranja” bien, pero el camarero se rió, lo que hizo todo más divertido. Si te preguntas, el vino de naranja no sabe a naranja — más bien a miel especiada. Difícil de explicar.
La freiduría era un caos encantador: conos de papel por todas partes, gente gritando pedidos al mismo tiempo, y el jerez fluyendo rápido para seguir el ritmo de las manos que lo pedían. Marta nos contó cómo se vuelve una locura durante la feria de primavera — incluso nos mostró fotos en su móvil del año pasado. Mis zapatos se pegaban un poco al suelo de azulejos, pero a nadie le importaba; todos estaban demasiado ocupados comiendo o charlando, o ambas cosas.
Terminamos compartiendo platos en un local luminoso del centro histórico. Alguien dijo que vio a un presentador de televisión local en otra mesa (yo ni idea). De postre nos sirvieron una crema con canela por encima — sencilla pero perfecta después de tantos sabores salados. Para entonces ya estábamos intercambiando recomendaciones de otros sitios para comer en Sevilla, con más confianza para entrar en cualquier bar y pedir lo que se viera bien. Es curioso cómo la buena comida y una guía paciente pueden hacerte sentir en casa en un lugar nuevo en un abrir y cerrar de ojos.
El tour incluye cuatro paradas por el centro de Sevilla y suele durar varias horas, caminando entre cada sitio.
Sí, incluye cinco bebidas: vermut local, vino de naranja, manzanilla y otras que acompañan las tapas.
Se puede adaptar para vegetarianos si avisas después de reservar, aunque no todos los locales tienen opciones sustitutas.
No, no hay recogida; los participantes se reúnen en el punto de inicio en el centro de Sevilla.
No, por las paradas en bares y los desplazamientos a pie, no es adecuado para sillas de ruedas ni cochecitos.
Este tour en grupo pequeño se realiza únicamente en inglés.
El grupo máximo es de 10 personas para que la experiencia sea más cercana.
Tu velada incluye visitas guiadas a cuatro locales emblemáticos en el centro de Sevilla con un experto culinario de habla inglesa; más de diez tapas tradicionales como jamón ibérico, queso manchego y pescaíto frito; cinco bebidas maridadas incluyendo vermut, vino de naranja y jerez; además de reservas garantizadas para evitar colas, todo mientras recorres a pie barrios históricos y terminas con un postre entre nuevos amigos.
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