Recorre los mercados y bares de pintxos de San Sebastián con un guía local que conoce cada rincón y anécdota. Prueba jamón ibérico en la Bretxa, ríe con pintxos creativos en clubes privados, disfruta del vino Txakoli y termina con un postre en un bar tradicional. Una experiencia íntima y llena de sabor que te dejará con nuevos favoritos y algunas palabras vascas en la cabeza.
Nos refugiamos bajo el toldo justo cuando empezó a llover, no era fuerte, más bien esa llovizna fina típica vasca que se queda pegada en el pelo. Nuestra guía, Ane, nos llevó directo al Mercado de la Bretxa, su voz resonaba entre los puestos de azulejos. Antes de ver nada, me llegó el olor: quesos intensos, chorizo con aceite, ese toque salado de las aceitunas. Me dio una loncha de jamón tan fina que se deshacía en la boca. Intenté preguntar por la “gilda” en español y seguro la dije mal; Ane solo sonrió y me puso una en la mano: anchoa, aceituna y guindilla a la vez. Salado, fresco y, la verdad, un vicio.
La siguiente parada fue en un club privado, algo que nunca encontrarías solo. Allí dentro había un silencio especial, como si todos supieran que estaban en un lugar único pero sin hacer alarde. Ane nos contó historias sobre las sociedades gastronómicas (todavía me cuesta pronunciar “txoko”), donde los locales cocinan juntos durante horas. Nos sentamos en nuestra mesa reservada y probamos pintxos que nada tenían que ver con lo que esperaba: pequeñas torres de mariscos o carne cocinada a fuego lento sobre pan. Alguien derramó un poco de Txakoli al servirlo desde muy alto (al parecer es normal), y eso nos hizo reír a todos.
Después, caminar por la Parte Vieja se sintió distinto, tal vez porque ya sabía qué bares quería volver a visitar. La Calle Mayor estaba animada pero sin prisa, familias paseando, viejos discutiendo a las cartas frente a un bar. Ane señaló los números pintados en los balcones de la Plaza de la Constitución y nos explicó por qué están ahí; no capté todos los detalles, pero me hizo mirar hacia arriba más de una vez.
Terminamos en un bar clásico para el postre: algo cremoso con azúcar quemada encima (¿la versión vasca de la crème brûlée?) acompañado de un vasito de licor que quemaba de la mejor manera. Para entonces mis zapatos estaban pegajosos por la lluvia, pero no me importó. Sentí un calor en el pecho, ya fuera por la comida, el vino o simplemente por haber visto San Sebastián con los ojos de alguien que la conoce de verdad durante una tarde.
Probarás jamón ibérico, chorizo, quesos, aceitunas y aceite en el Mercado de la Bretxa, además de varios pintxos clásicos y modernos en distintos bares.
Sí, incluye vino Txakoli, vinos de Rioja, sidra natural y opciones sin alcohol.
En todas las paradas hay asientos reservados para que puedas sentarte y disfrutar sin esperas.
El grupo máximo es de 9 personas para una experiencia más cercana y personal.
Si el mercado está cerrado (sábado al mediodía, domingo o lunes por la tarde), te darán dos pintxos extra en su lugar.
Sí, hay opciones de transporte público muy cerca del punto de encuentro en San Sebastián.
La ruta es suave y apta para cualquier nivel de condición física.
Sí, el recorrido incluye la Plaza de la Constitución, donde el guía cuenta su historia y detalles de su arquitectura.
Tu día incluye degustaciones guiadas en el Mercado de la Bretxa (jamón ibérico, quesos y aceitunas), varias paradas de pintxos tradicionales y modernos acompañados de cuatro vinos locales o sidra (también hay bebida sin alcohol), asientos reservados en cada lugar para que descanses entre bocados y un postre con licor vasco para cerrar. Además, recibirás una guía con consejos para seguir explorando bares y restaurantes por tu cuenta después del tour.
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