Camina entre olivos de 300 años con un agricultor local, aprende a catar auténtico aceite virgen extra y termina con queso, pan y vino casero, todo en el corazón de La Mancha.
Lo primero que me impactó fue ese aroma a tierra húmeda; los olivos viejos guardan la humedad del rocío matutino como ningún otro árbol. Caminamos entre troncos retorcidos, algunos con más de tres siglos de historia, mientras nuestro anfitrión José nos contaba cómo su familia cuida estos árboles desde antes que su abuelo naciera. Nos mostró una rama de olivo cornicabra y nos dejó tocar sus hojas, más ásperas de lo que imaginaba. Aquí reina un silencio especial que no encuentras en la ciudad: solo el canto de los pájaros, un tractor lejano y el crujir de la tierra seca bajo los pies.
La cata fue muy diferente a esas muestras que dan en los supermercados. José sirvió pequeños vasos con distintos aceites—uno dorado, otro casi verde—y nos enseñó a moverlos y olerlos como si fueran vino. Algunos tenían un toque picante al final que me sorprendió. Aprendimos por qué algunas botellas hablan de “acidez” (no es lo que piensas) y que el color no siempre indica mejor calidad. Por fin entendí por qué mi abuela siempre revisaba las etiquetas con tanto cuidado.
Después de tanto caminar y probar, nos sentamos bajo una higuera para descansar. Sacaron platos con queso Manchego hecho en la misma finca, rebanadas gruesas de pan con tomate y un buen chorro de aceite fresco. La copa de vino tinto local supo aún mejor después de tanto sol. Más que un tour, se sentía como visitar a viejos amigos.
¡Sí! Los senderos son mayormente planos y con sombra, se puede llevar cochecito y hay zonas para descansar.
Por supuesto, los animales de servicio son bienvenidos durante toda la visita.
¡Claro! La cata es para principiantes, con muchas explicaciones para que todos puedan participar.
Sí, hay opciones de autobús cerca de la entrada del olivar si no vienes en coche.
Tu visita incluye un paseo guiado por olivares centenarios con un agricultor local, una cata interactiva de aceite virgen extra, queso Manchego casero con pan y tomate, y una copa de vino de la finca para cerrar.
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