Probarás cacao fresco directo de la mazorca, molerás tu propio chocolate, prepararás café costarricense al estilo tradicional y prensarás caña de azúcar para hacer dulces junto a locales que llevan generaciones haciéndolo. Prepárate para risas, manos pegajosas y recuerdos que quedarán contigo mucho después.
Lo primero que me llamó la atención fue el aroma — cálido y terroso, como el aire después de la lluvia, pero más dulce. Acabábamos de bajar de la van (aún sentía el aire acondicionado en la piel) cuando nuestra guía, Ana, nos llamó hacia una mesa llena de mazorcas de cacao. Abrió una justo ahí. Por dentro no era lo que imaginaba; era pálido y pegajoso, y se rió cuando dudé antes de probarlo. “Antes de ser chocolate es distinto”, dijo. Tenía razón — ácido, casi floral. Me gustó más de lo que esperaba.
Nos movimos entre cobertizos al aire libre y árboles que daban sombra mientras Ana contaba cómo el cacao llegó a Costa Rica desde tiempos antiguos. Hubo momentos en que se detenía para que escucháramos — pájaros cantando arriba, risas lejanas de niños cerca. La parte de moler fue más desordenada de lo que pensé (mis manos olían a frijoles tostados por horas), pero ver cómo el chocolate tomaba forma fue casi mágico. Alguien preguntó si podíamos llevar más a casa; Ana solo sonrió y dijo que primero teníamos que intentar hacerlo nosotros mismos.
Luego llegó el café — no solo probarlo, sino aprender cómo los costarricenses lo preparan con su método tradicional de café chorreador. Había un soporte de madera y un filtro de tela que parecía sencillo pero requería práctica (definitivamente derramé un poco). El aroma ya estaba por todos lados — intenso y con notas a nuez. Ana nos mostró cestas antiguas para la cosecha y explicó cómo el café marcó la vida de sus abuelos aquí. Me hizo pensar en todo lo que hay detrás de una taza de café en casa.
La última parada fue el trapiche: un molino antiguo de caña de azúcar donde ayudamos a sacar el jugo a mano. Es un trabajo pegajoso, la verdad — mis brazos estaban cansados después de dos vueltas — pero la recompensa fue un dulce hecho justo frente a nosotros. En un momento, una brisa trajo olor a melaza por las ventanas abiertas y alguien bromeó que así debe oler la felicidad. Quizás tenía razón.
Sí, el transporte está incluido en este tour.
Sí, participarás en la recolección, fermentación, molienda y elaboración del chocolate.
No, el tour no incluye almuerzo.
Sí, bebés y niños pequeños pueden unirse; se permiten cochecitos y carriolas.
Sí, verás demostraciones de la preparación tradicional del café y el trapiche de caña de azúcar.
Sí, un guía local acompaña todo el recorrido.
Probarás chocolate como parte de la experiencia.
Sí, es adecuado para cualquier nivel de condición física.
Tu día incluye recogida en vehículo con aire acondicionado desde tu hotel o punto de encuentro, guía local experto en cada paso — desde abrir mazorcas de cacao hasta moler granos — además de agua para refrescarte y muchas oportunidades para probar chocolate recién hecho antes de regresar relajado (y probablemente con las manos pegajosas).
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?