Recorre a pie el histórico barrio de La Candelaria en Bogotá, probando platos de siete regiones colombianas — como tamal tolimense y dulces obleas — guiado por locales que conocen cada rincón y anécdota. Ríe con errores de pronunciación, disfruta paradas flexibles según el día y come suficiente para dos. Ven con hambre y curiosidad.
Casi pierdo el punto de encuentro porque me distraje con un artista callejero justo afuera del Hostal The Cranky Croc — la verdad, eso marcó el tono del día. Nuestra guía, Camila, solo sonrió y me hizo señas para que me acercara, sin problema. De inmediato empezó a contar cómo el clima de Bogotá te juega con la percepción del tiempo (no exageraba; en diez minutos pasó de sol a llovizna). Nos lanzamos a caminar por las calles irregulares de La Candelaria, esquivando a un vendedor de bocadillos de guayaba y a un par de niños que nos miraban como si fuéramos extraterrestres.
La primera parada fue un lugar pequeño llamado Di Amato para probar carimañolas — crujientes por fuera, suaves por dentro, rellenas de queso y carne. Me quemé un poco la lengua porque no pude esperar (valió la pena). Camila nos contó que vienen de la costa Caribe colombiana. Tenía esa forma de hacerte sentir que la conocías de toda la vida — hasta me molestó un poco cuando intenté pronunciar “aborrajado” en Fulanitos después (todavía no lo logro). El aborrajado es plátano maduro relleno de queso y bocadillo de guayaba; la verdad, no esperaba que me gustara, pero ahora extraño esa combinación tan particular.
Paseamos por el mercado de la Plaza de la Concordia, donde olía a cilantro fresco y masa frita. Una señora mayor nos dio obleas untadas con arequipe — ese caramelo pegajoso que se desborda por los lados. Hubo un momento en que todos quedamos en silencio, solo se oían las voces regateando cerca. Sentí que nos estaban dejando entrar a un secreto local, no solo haciendo otro tour gastronómico en Bogotá. ¿Y Donde el Flaco, cerca del Chorro de Quevedo? Su tamal tolimense es tan compacto que podría usarse de tope para la puerta (pero en buen sentido).
Perdí la cuenta de las paradas — la mamona en Carbón de Leña tenía un sabor ahumado y profundo, mientras que el ajiaco en La Puerta de la Catedral sabía a Bogotá misma: cálido, contundente, algo complejo pero reconfortante. Camila seguía charlando con los vendedores o saludando a conocidos. Preguntó si alguien necesitaba opciones vegetarianas (alguien sí), así que fue sencillo adaptarse. Al final no podía comer más, pero tampoco quería irme; hay algo especial en caminar esas calles antiguas con extraños que terminan sintiéndose como amigos después de compartir tanta comida.
El tour incluye degustaciones en siete lugares diferentes con platos de varias regiones colombianas.
Sí, se pueden adaptar opciones vegetarianas y veganas si avisas al guía con anticipación.
El punto de encuentro es dentro del Hostal The Cranky Croc en La Candelaria.
No incluye recogida en hotel a menos que se acuerde con un costo extra; de lo contrario es un tour a pie desde el hostal.
Se degustan carimañolas, ceviche colombiano, obleas con arequipe, tamal tolimense, aborrajado caleño, mamona a la parrilla y ajiaco santafereño.
Sí, el tour es accesible para personas en silla de ruedas.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se aceptan cochecitos y carriolas.
La distancia varía, pero es un recorrido a pie por el centro histórico de La Candelaria con paradas frecuentes para degustar.
Tu día incluye todas las degustaciones en siete puntos regionales de La Candelaria, historias culturales contadas por tu guía local bilingüe experto en historia y gastronomía, además de flexibilidad si cambia el clima o hay eventos en la ciudad — opciones vegetarianas y veganas disponibles si avisas con anticipación.
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