Recorrerás las calles empedradas del Viejo Quebec con un guía local, probando cinco platos gourmet con maridaje de vinos en restaurantes destacados. Bajarás en funicular a Petit Champlain, escucharás historias de monumentos centenarios y compartirás risas en el postre mientras las luces de la ciudad brillan sobre el río San Lorenzo.
Apenas habíamos avanzado junto al mural en el Viejo Quebec cuando nuestro guía, Marc, se detuvo para señalar un detalle pequeño: un gato pintado escondido junto al zapato de alguien. “Los locales dicen que trae suerte”, sonrió, encogiéndose de hombros como si tampoco estuviera muy seguro de creerlo. Así empezó todo: no solo datos, sino esas pequeñas cosas que solo notas si vives aquí (o si tienes a Marc mostrándotelas). El aire olía a leña quemada —o tal vez solo era mi imaginación mezclada con el frío.
No esperaba reír tanto en un tour de comida. En Le Continental intenté pronunciar “tourtière” y fallé estrepitosamente —Marc se rió pero me enseñó a decirlo sin hacerme sentir tonto. La masa era mantequillosa y el relleno sorprendentemente picante; acompañado de una copa de vino tinto local, era como un abrazo cálido de invierno aunque solo fuera septiembre. Entre bocados, paseamos por Place-Royale y escuchamos sobre los primeros colonos franceses —la verdad, no sabía que gran parte de la historia de Norteamérica empezó justo aquí.
El funicular hacia Petit Champlain estaba funcionando (menos mal —esas escaleras parecían una tortura), y desde abajo se olía pan recién horneado cerca. Alguien del grupo dijo que le recordaba la cocina de su abuela. Me sorprendí mirando a la gente pasear por la terraza Dufferin al atardecer, las luces reflejándose en el río San Lorenzo. Hubo un momento de silencio donde nadie habló; todos contemplábamos Lévis al otro lado del agua. Esa vista me sigue viniendo a la mente a veces.
Para el postre —algo cremoso y dulce con maple en un lugar cuyo nombre ya olvidé— terminamos charlando sobre política lingüística y hockey con Marc frente a la Basílica-Catedral de Notre-Dame de Québec. No había prisa; nadie tenía ganas de irse después de cuatro horas juntos. Así que sí, si te interesa la gastronomía o la historia de Quebec (y no te importa que tus jeans queden un poco más ajustados), esta excursión vale cada paso.
El recorrido dura aproximadamente cuatro horas de principio a fin.
Sí, el maridaje de vinos está incluido durante toda la experiencia de cinco platos.
Sí, pasarás por lugares como Place-Royale, el barrio Petit Champlain, la terraza Dufferin y la Basílica-Catedral de Notre-Dame de Québec.
Si el funicular no funciona, se organizará transporte en taxi o te darán un boleto para usarlo más tarde si prefieres subir caminando.
Puedes informar sobre alergias o restricciones al reservar; se hacen ajustes cuando es posible.
El grupo máximo es de 12 personas por reserva.
Se requiere una cantidad moderada de caminata; se recomienda llevar calzado cómodo.
El código es casual elegante; viste según el clima ya que el tour se realiza todo el año.
Tu velada incluye todas las degustaciones gourmet en cuatro o cinco restaurantes top del Viejo Quebec: dos entradas, dos platos principales y postre, con vinos seleccionados en cada parada. Estarás acompañado por un guía local experto durante el paseo entre sitios históricos y barrios. Se incluye boleto para el funicular que conecta la ciudad alta con la baja.
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