Recorre el centro histórico de Bruselas con un guía local, prueba diez chocolates diferentes en tiendas legendarias y descubre las historias detrás de cada bocado. Pon a prueba tu talento en un taller divertido y llévate tus creaciones como recuerdo comestible. Risas, sabores inesperados y esa sensación única de vivir la ciudad por una tarde.
Confieso que no esperaba comer tanto chocolate antes del mediodía. Empezamos justo en el corazón de Bruselas, en la Grand-Place—esas casas gremiales con detalles dorados se ven aún más impresionantes cuando estás un poco nervioso por la emoción (y quizá por la cafeína). Nuestra guía, Marie, tenía una forma de contar historias que hacía que hasta los adoquines parecieran guardar secretos. Señalaba detalles que yo habría pasado por alto, como una pequeña escultura escondida sobre una panadería, y nos mantenía en movimiento justo lo suficiente para no pasar frío. Era una de esas mañanas grises típicas de Bélgica, con ese olor a lluvia en el aire que, curiosamente, hacía que la ciudad se sintiera más acogedora.
La primera chocolatería donde paramos—ojalá recordara el nombre—nos ofreció unas trufas delicadas que se derretían al instante. Intenté controlarme (diez degustaciones no son poca cosa), pero la verdad, después de la segunda tienda me rendí y simplemente disfruté. Marie nos contó cómo se inventaron las pralines aquí mismo, en las Galerías Reales de Saint Hubert. El suelo de mármol antiguo resonaba bajo nuestros pasos mientras paseábamos frente a escaparates de cristal; olí algo floral en una vitrina y me di cuenta de que era chocolate Rubi en sus trufas de champán. Li se rió cuando intenté decir “merci” con la boca llena—seguro lo arruiné.
Cerca del Manneken Pis (que es más pequeño de lo que imaginas), entramos en un taller para la sesión práctica de chocolate. El lugar estaba cálido y olía a cacao y vainilla. Mis manos se pusieron pegajosas rápido—no soy muy cuidadoso—pero a nadie pareció importarle. Hubo un momento de silencio, todos concentrados en dar forma a sus creaciones, salvo por el leve zumbido de un móvil en un bolsillo. Al terminar, envolvimos nuestros chocolates caseros para llevar (los míos quedaron un poco torcidos, pero sabían bien). Volver caminando junto a la iglesia de Santa Catalina con nuestras cajas fue una sensación extraña, casi como una pequeña victoria.
¿La verdad? Aún recuerdo ese último bocado de chocolate oscuro de Mary Chocolatier—algo en la textura y cómo se quedaba en el paladar, justo cuando los ruidos de la ciudad se apagaban por un instante. Si buscas un tour de chocolate en Bruselas donde puedas ensuciarte las manos (y llenarte de sabor), este es el indicado.
El tour incluye 10 degustaciones en las mejores chocolaterías de Bruselas.
Sí, un taller de 1 hora donde haces tus propios chocolates para llevar.
Sí, verás la Grand-Place, las Galerías Reales de Saint Hubert, Manneken Pis y la iglesia de Santa Catalina.
Sí, contarás con un guía local experto durante todo el recorrido y el taller.
No, no se permite la participación de bebés en este tour.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del punto de encuentro y a lo largo del recorrido.
Sí, podrás llevarte a casa las creaciones que hagas en el taller.
Tu día incluye un tour guiado a pie por los principales puntos de Bruselas como la Grand-Place y las Galerías Reales de Saint Hubert, diez degustaciones en las mejores chocolaterías de la ciudad, y un taller práctico de una hora para crear tus propios chocolates y llevártelos a casa.
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