Conoce gente local en Palermo mientras pruebas carne argentina de parrillas escondidas, disfrutas empanadas con historias y cierras con flan y vino. Con una guía relajada y risas por veredas agrietadas, vivirás sabores y momentos que recordarás mucho después de Buenos Aires.
Lo primero que pasó fue que nuestra guía, Lucía, nos llamó desde la esquina de una calle arbolada en Palermo. Tenía una sonrisa fácil y nos saludó como si fuéramos viejos amigos — yo me trabé con el español y ella se rió, luego cambió al inglés sin perder el ritmo. El aroma a carne a la parrilla venía de algún lugar cercano (la verdad, me hizo rugir el estómago), y dijo: “Esa es nuestra primera parada — pero vamos despacio.” Y así lo hicimos. Las veredas aquí están agrietadas y desparejas, pero me gustó; hay que mirar dónde pisas y al mismo tiempo admirar los murales.
Entramos a una parrilla chiquita que ni tenía cartel afuera. Adentro se escuchaba charla y el tintinear de copas — casi todos locales en su hora de almuerzo. Lucía pidió por nosotros (yo no habría sabido qué elegir), explicando por qué los argentinos dicen “jugoso” si quieres el bife poco hecho. Cuando llegó la carne — cortes gruesos, todavía chisporroteando — probé chimichurri por primera vez. Tenía un sabor ácido y con ajo; seguro le puse de más pero no me arrepiento. Alguien en otra mesa brindó con su copa de Malbec. Eso se sintió bien.
Después vinieron las empanadas en un lugar donde el perro del dueño se paseaba entre las mesas buscando migas. Hablamos de fútbol (¿River o Boca? Lucía se negó a elegir). La última parada fue más tranquila — con onda de café — y terminamos con flan y dulce de leche tan dulce que se pegaba a la cuchara. Para entonces había empezado a lloviznar afuera, lluvia suave sobre los toldos, pero nadie tenía prisa por irse. A veces todavía recuerdo esa tarde cuando huelo cebollas a la parrilla o escucho español en la calle de mi ciudad.
El tour incluye tres lugares diferentes para probar varios platos.
Sí, en cada parada se ofrece vino junto con agua.
No se especifica; lo mejor es consultar directamente antes de reservar.
Sí, todas las zonas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito; hay asientos especiales para ellos.
Sí, en una de las paradas se sirve postre.
Las reservas para el mismo día deben confirmarse con los organizadores antes de ser definitivas.
Tu tarde incluye tres platos en distintos locales de Palermo: carne argentina recién salida de la parrilla, empanadas con sus historias, mucho vino Malbec y agua durante el recorrido, y un postre para cerrar — todo guiado por alguien que sabe cómo pedir como un local antes de volver a las calles de Buenos Aires.
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