Te acompañará un local amante de la gastronomía por las callejuelas del casco antiguo de Aix-en-Provence, probando productos de trufa, compartiendo vino con tablas de charcutería, disfrutando un Croque Monsieur con trufa y terminando con pasteles delicados de una pastelería emblemática. Risas, historias que no encontrarás en las guías y sabores que se quedan contigo mucho después.
Salimos del Cours Mirabeau y nos metimos de lleno en ese ambiente único del sur de Francia, donde las persianas están medio bajadas y se huele el pan recién horneado en el aire. Nuestra guía, Camille, nos llamó con una sonrisa y nos llevó directo a una tiendecita donde los productos de trufa parecían un tesoro apilado. Nunca había probado trufa de verdad, pero nos dio unas rebanadas sobre pan y el sabor era terroso y a la vez intenso, casi ahumado. Intenté describirlo, pero al final solo asentí junto con los demás.
Después paseamos por calles estrechas, pasando fuentes donde los niños chapoteaban con las manos, hasta llegar a un lugar para disfrutar una buena tabla de charcutería. El vino estaba frío, nada dulce, y Camille nos contó cómo el clima de aquí hace que todo tenga un sabor más fuerte. Señaló un mural al otro lado de la calle y nos contó la historia del artista que se metió en líos por pintar sin permiso. Me gustó que supiera todos esos detalles; hacía que Aix-en-Provence se sintiera menos como una postal y más como un lugar donde vive gente de verdad.
La siguiente parada fue para probar un Croque Monsieur — la verdad, creía saber qué esperar, pero ¡otra vez trufa! y queso fundido que se desbordaba. Nada sutil, pero delicioso. En nuestra mesa había una pareja mayor que no paraba de decir “c’est magnifique” después de cada bocado, y me hizo reír porque yo apenas puedo decir “merci” sin trabarme. Todo fue muy relajado, sin prisas ni miradas al reloj.
Terminamos en una pastelería que desde fuera parecía demasiado perfecta — resulta que está ahí desde 1954. El olor dentro era como azúcar caliente, difícil de explicar, pero lo reconoces al instante. Elegir solo un pastel fue un reto; yo me decidí por uno con crema de pistacho y todavía lo recuerdo cuando me da hambre a altas horas. Nos despedimos afuera mientras la gente pasaba en scooter, algo que encajaba perfecto — Aix-en-Provence siempre está en movimiento, incluso cuando tú estás parado.
El recorrido incluye cuatro paradas por el centro histórico de Aix-en-Provence.
Sí, en cada parada hay degustaciones: trufas, tabla de charcutería con vino, Croque Monsieur con trufa y pasteles.
Sí, durante el recorrido se ofrece agua junto con las degustaciones.
El tour lo lidera un local apasionado por la gastronomía que comparte historias sobre la cocina e historia de Aix-en-Provence.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos o carriolas.
El guía puede hablar tanto inglés como francés durante el tour.
La ruta a pie cubre lugares centrales como el Château de La Gaude y el Cours Mirabeau en el casco antiguo.
No se requiere un nivel especial de condición física; hay transporte público cerca por si hace falta.
Tu día incluye cuatro paradas para degustar en el centro de Aix-en-Provence: productos de trufa en una de las mejores tiendas, una tabla clásica de charcutería con vino local, Croque Monsieur con trufa al estilo francés en el Cours Mirabeau y, para terminar, pasteles a elegir en una pastelería icónica que perfecciona sus dulces desde 1954. También se proporciona agua durante todo el recorrido.
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