Recorrerás ciudades antiguas en cuevas, escalarás castillos tallados en roca y verás paisajes que parecen irreales—todo acompañado por guías locales que conocen cada atajo y historia. Si quieres descubrir lo mejor de Capadocia sin prisas ni perder esos pequeños momentos (como el aroma a pan recién hecho en Avanos), este viaje lo tiene todo.
Es difícil olvidar la primera vez que bajas del autobús nocturno en Capadocia: ese aire fresco de la mañana y un leve aroma a polvo y hierbas silvestres. Nuestro guía, Emre, nos esperaba en la estación con una sonrisa somnolienta y un fuerte té turco. Empezamos en el Valle de Devrent, donde las rocas se retuercen formando figuras que parecen animales si las miras con atención. Realmente parece otro planeta. Luego fuimos a Pasabaglari: esas “chimeneas de hadas” son más altas de lo que parecen en las fotos, y se escuchan palomas arrullando desde dentro de algunas.
Al mediodía llegamos a Avanos para una demostración de alfarería. La arcilla estaba fría y pegajosa, de esas cosas que parecen fáciles hasta que lo intentas tú mismo. El almuerzo fue rápido pero sabroso; compré un gözleme en un pequeño puesto junto al río. El Castillo de Uchisar se alzaba imponente mientras subíamos para disfrutar de las vistas del Valle de Göreme—hacía viento arriba, pero valía la pena por el panorama. La luz de la tarde hacía que la piedra brillara en tonos dorados y rosados en Esentepe antes de pasear por el Museo al Aire Libre de Göreme. Los frescos antiguos dentro de las iglesias excavadas están desgastados, pero si te fijas bien aún conservan color.
La mañana siguiente comenzó temprano en la Ciudad Subterránea de Kaymakli—un laberinto de túneles donde se está fresco incluso cuando afuera hace calor (lleva una chaqueta). Es increíble pensar que la gente vivía allí meses enteros. El Valle Rojo parecía pintado con la salida del sol; nuestro guía señalaba flores silvestres creciendo entre las rocas. El Pueblo Cueva de Cavusin estaba tranquilo, salvo por algunos gallos cantando cerca. Terminamos en Ortahisar, donde los locales todavía cuelgan la ropa en casas de piedra antiguas y los niños saludan al pasar.
Sí, la mayoría de las caminatas son suaves y hay muchas pausas. La ciudad subterránea tiene algunas escaleras, pero es accesible para la mayoría de niveles físicos.
Pasarás la noche en el Hotel Asia Minor en Ürgüp—un lugar cómodo con personal amable y buen desayuno.
No, las comidas no están incluidas, pero hay muchos cafés y puestos locales donde puedes probar platos regionales.
Una chaqueta ligera es útil para los sitios subterráneos o las mañanas frescas; zapatos cómodos son imprescindibles porque algunos caminos son rocosos o irregulares.
Tu alojamiento en Ürgüp está incluido, así como todas las entradas a parques nacionales y museos. Guías locales acompañan cada parada y el transporte es en vehículo con aire acondicionado—solo relájate y disfruta del viaje.
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