Recorrerás en buggy desde Samaná por senderos llenos de barro hasta las arenas blancas de Playa El Valle, haciendo parada en un rancho dominicano para probar café y cacao recién tostados. Risas, momentos con locales, tiempo para nadar o caminar descalzo junto al río y recuerdos que perduran mucho después de quitarte la arena.
Li ya sonreía cuando nos subimos a los buggies fuera de Samaná — creo que sabía que acabaría cubierto de barro antes de la primera curva. El rugido del motor rebotaba entre las palmas, y el aire olía a tierra mojada tras la lluvia de la noche anterior. Nuestro guía, Miguel, nos animó con un gran “¡Vamos!” y arrancamos, saltando por senderos estrechos que atravesaban el campo más verde que he visto en mi vida. Es ruidoso y un poco salvaje, pero de esa manera que te hace reír sin razón. Paramos en un rancho pequeño — la verdad, no esperaba que me interesara mucho cómo se hace el cacao o el café, pero ver cómo tuestan los granos sobre humo de leña mientras los pollos pasean... cambia la perspectiva. El café que nos dieron era tan fuerte que me mantuvo despierto todo el día.
Intenté preguntar sobre el proceso (mi español aún es pésimo), y Miguel solo sonrió y me dejó moler unos granos — resulta que es más difícil de lo que parece. Había un aroma dulce en el aire — mitad chocolate, mitad algo que no supe identificar. Luego, de vuelta en el buggy, mis manos seguían oliendo a café tostado. El camino se puso más accidentado al acercarnos a Playa El Valle; en un momento Li gritó algo sobre que se le habían volado las gafas de sol y todos nos reímos a carcajadas. De repente sales del bosque y aparece la playa — arena blanca entre dos montañas verdes, un río a un lado y el mar al otro. Por un instante se sintió un silencio solo roto por las olas y alguien tocando bachata a lo lejos.
Anduve por la orilla — río frío encontrándose con mar cálido — y dejé que mis pies se hundieran en esa arena suave mientras Li intentaba enseñarme algunas palabras en español (fracasé). Había niños chapoteando cerca de la desembocadura, familias bajo las palmeras comiendo lo que habían traído. Nos quedamos ahí un rato, sin decir mucho, viendo las nubes pasar sobre las colinas. ¿En serio? Aún recuerdo esa vista cuando el ruido de casa se vuelve demasiado.
La aventura dura medio día, comenzando en Samaná con paradas en el camino.
Sí, harás una parada en una casa típica dominicana para probar café y cacao frescos.
No se requiere experiencia previa; los guías te enseñarán a conducir con seguridad.
Incluye refrescos, agua embotellada y café o té fresco en el rancho.
No, solo se ofrecen bebidas durante las paradas.
Sí, tendrás tiempo para nadar o caminar por la playa y el río de Playa El Valle.
Ropa cómoda que puedas ensuciar, protector solar, gafas de sol y quizá una toalla si planeas nadar.
Según los organizadores, el tour es apto para todos los niveles físicos.
El día incluye recogida en Samaná, donde subirás a tu buggy con guía local; paradas para probar café y cacao recién tostados en un rancho rural; agua embotellada y refrescos durante el recorrido, y tiempo libre en la playa de Playa El Valle para disfrutar del mar o el río antes de regresar.
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