Dejarás Santo Domingo para pasar un día completo caminando por ríos y trepando rocas hasta llegar a la cascada El Tabernáculo. Con un guía local que se asegura de que todos se diviertan, nadarás en pozas cristalinas y terminarás con un almuerzo en Los Cacaos antes de volver cansado pero feliz.
Aún recuerdo lo pegajosa que se sentía mi camiseta cuando subimos a la van en Santo Domingo — los sonidos de la ciudad quedaban atrás mientras nos dirigíamos hacia Los Cacaos. Nuestro guía, Luis, no paraba de señalar detalles que yo jamás habría notado: un mango cargado que se asomaba sobre una cerca, los viejos jugando dominó bajo lonas azules. La carretera serpenteaba entre colinas verdes durante casi dos horas. Intenté dormir, pero las ventanas estaban abiertas y el olor a tierra mojada y gasolina me mantenía despierto, no desagradable, sino auténtico.
Cuando llegamos al inicio del sendero hacia El Tabernáculo, ya había sudado toda la crema solar. Nos estiramos bajo unos árboles (Luis bromeó con su “calentamiento profesional” — solo círculos con los brazos). Los primeros pasos en el río fueron tan fríos que casi grité. El agua me rozaba las pantorrillas y luego los muslos mientras avanzábamos río arriba. A veces había que agarrarse de rocas cubiertas de musgo o ayudarnos para subir pequeños desniveles. No hay forma de engañarse: algunas partes son duras, sobre todo si no estás acostumbrado a trepar al aire libre. Pero nadie tenía prisa — Luis siempre preguntaba si necesitábamos pausas o más chistes.
La cascada en sí es un estruendo — como estar al lado de un tren del metro — y lanza una bruma que refresca la piel aunque estés cansado. No esperaba que la poza fuera tan cristalina; podías ver tus dedos moviéndose bajo el agua. Nadar aquí no es opcional (los chalecos salvavidas son obligatorios), pero la verdad es que eso me quitó el miedo. Nos reímos de los intentos de todos por hacer saltos dramáticos — uno perdió una sandalia y Luis la pescó con un palo.
Al cambiarse después… bueno, digamos que no hay baños, así que toca ingeniárselas detrás de unos arbustos o en la van (lo cual, curiosamente, se siente liberador). Ya en el pueblo, el almuerzo supo mejor que cualquier cosa que haya probado después de hacer ejercicio: arroz, habichuelas, plátano frito — sencillo pero perfecto cuando tienes hambre. Traté de decir “gracias” con la boca llena y seguro fallé en español y en modales.
La caminata completa dura unas 4-5 horas, incluyendo las partes de baño y escalada.
No, nadar es obligatorio pero se proporcionan chalecos salvavidas, así que no hace falta ser un nadador experto.
Sí, se incluye un almuerzo típico dominicano después de la caminata en Los Cacaos.
No hay baños ni vestuarios; la gente usa la naturaleza o se cambia en la van.
El recorrido es de dificultad media; es exigente pero accesible para viajeros con buena condición física y sin lesiones.
Sí, el transporte privado desde Santo Domingo está incluido en la reserva.
Sí, hay opciones vegetarianas disponibles para el almuerzo si las solicitas.
Sí, este tour da la bienvenida a viajeros LGBTQ+.
Tu día incluye transporte privado desde Santo Domingo con recogida en el Parque Cervantes, guía local experto (y muchos chistes), todo el equipo de seguridad necesario como chalecos salvavidas aunque no sepas nadar, y un contundente almuerzo dominicano antes de regresar por la tarde.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?