Prueba ron dominicano directo de la fuente, recorre las calles coloridas de Puerto Plata con un guía local, arma tu propio cigarro (si te atreves) y disfruta de museos como el del Ámbar y una fábrica de chocolate. Risas, sabores nuevos, muchas fotos y quizás un nuevo helado favorito te esperan.
Antes de este viaje, Puerto Plata para mí era solo otra ciudad en el mapa, nada especial. Pero desde el primer momento, cuando nuestro guía Luis nos sonrió y nos entregó agua fría en medio de ese calor pegajoso, me sentí sorprendentemente cómodo. La primera parada fue la Casa de Ron Macorix. El aroma dentro era intenso y dulce a la vez, mezcla de melaza y un toque amaderado. Un encargado con camisa impecable nos explicó cómo envejecen el ron (seguro me perdí la mitad porque no podía dejar de mirar sus manos mientras hablaba). Probamos un sorbo pequeño; picaba justo lo necesario para despertarme y seguir con energía el día.
La ciudad es más ruidosa de lo que imaginaba: música saliendo por las ventanas, motos pasando a toda velocidad. En el Parque Central, las palomas caminaban con una actitud como si fueran dueñas del lugar. Luis nos señaló casas de colores pastel y nos insistió en probar un helado en una tiendita de la esquina (yo elegí coco; él dijo que maracuyá es “lo auténtico”). Mi parte favorita fue quizá la Calle Rosa — Paseo de Doña Blanca — donde todo está pintado de un rosa chicle vibrante. Saqué demasiadas fotos ahí. Luego fuimos a la Calle de los Paraguas, que es justo lo que suena: paraguas colgados en el aire de todos los colores que puedas imaginar. Allí hay una cafetería escondida donde paramos a tomar un café y ver a la gente posar para selfies bajo ese arcoíris de colores.
El Museo del Ámbar estaba más fresco (literalmente) adentro, y me fascinó observar esos insectos antiguos atrapados en piedra color miel. Alguien preguntó si había alguno de dinosaurio — Luis se rió y dijo que tal vez solo en sueños. Más tarde, en la fábrica de puros, nos dejaron armar nuestros propios cigarros (yo fracasé estrepitosamente, la hoja se me rompió justo en el medio). El aroma se quedó en mis dedos por horas. Ah, y en algún momento probamos mamajuana — algo herbal y misterioso. No sé si lo bebería otra vez, pero bueno, cuando estás en Puerto Plata, hay que intentarlo.
Ya casi al atardecer estábamos junto al Fuerte San Felipe mirando el mar. La brisa por fin cortó un poco el calor por un instante. Es curioso cómo en un solo día, caminando con extraños que pronto dejan de serlo, uno puede encariñarse con un lugar. Aún recuerdo ese helado de coco de vez en cuando.
El tour dura aproximadamente un día completo con varias paradas por Puerto Plata.
No se menciona recogida específica en hotel, pero el transporte está incluido con aire acondicionado.
Sí, el recorrido incluye la Casa de Ron Macorix y una fábrica de chocolate.
Incluye agua embotellada, refrescos y mamajuana dominicana para probar durante el día.
Sí, se permiten bebés y niños pequeños; también se pueden llevar cochecitos o carriolas.
Sí, hay paradas en tiendas donde puedes comprar recuerdos o regalos.
El itinerario contempla la visita al Fuerte San Felipe para ver armas históricas.
Sí, hay tiempo para tomar fotos tanto en la Calle de los Paraguas como en el Paseo de Doña Blanca (Calle Rosa).
Tu día incluye transporte en vehículo con aire acondicionado y WiFi, entrada guiada a la Casa de Ron Macorix con degustaciones, agua embotellada y refrescos durante todo el recorrido, además de mamajuana dominicana para probar. También tendrás acceso a museos como el del Ámbar, paradas en fábricas locales y muchas oportunidades para comprar regalos o snacks antes de regresar relajado (y probablemente con los dedos pegajosos de tanto chocolate).
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