Montarás a caballo desde Carabalí Rainforest Park por senderos verdes y cruzando el río Mameyes, con una parada para nadar antes de llegar a la playa atlántica de Luquillo. Guiados por un local amable y con tiempo para disfrutar los sonidos del bosque o charlar con otros viajeros, esta experiencia te dejará lleno de energía y tranquilidad.
Lo primero que noté fue el sonido: los caballos moviendo el peso, sus cascos raspando la tierra compacta en Carabalí Rainforest Park. Nuestro guía, José, tenía esa habilidad para conectar a cada persona con el caballo ideal; me miró y asintió, como si ya supiera cuál soportaría mis manos nerviosas. La silla se sentía rígida al principio, pero en un minuto casi la olvidé porque todo estaba lleno de verde: árboles frondosos que se inclinaban sobre el sendero, rayos de sol colándose en formas curiosas.
Partimos rumbo a la playa de Luquillo, siguiendo la orilla del río Mameyes. El aire olía dulce y a tierra mojada al mismo tiempo. En un momento, José señaló unos pajaritos amarillos pequeñitos — creo que los llamó reinita — que se movían rápido entre las ramas. Intenté repetir su nombre en español y me equivoqué; todos se rieron, yo incluido. Los caballos parecían conocer el camino mejor que nosotros. A veces nos quedábamos en silencio un rato, solo se oía el agua y el cuero crujiendo bajo nosotros. Esa parte me gustó más de lo que esperaba.
A mitad del camino, paramos junto al río para descansar. El agua estaba tan fría que me cosquillearon los pies al meterlos — algo que no se olvida fácil. Algunos se lanzaron a nadar, otros se quedaron sentados en las piedras con vasos de jugo que sabía a guayaba (¿o maracuyá? nunca lo supe bien). Había arena por todos lados, pero a nadie le importó. Fue un placer quedarse ahí, con los zapatos mojados, mirando las colinas del Yunque.
La última parte nos llevó por la costa atlántica, donde el olor a sal se siente antes de ver las olas. Mi caballo movía las orejas cada vez que soplaba la brisa del mar. De regreso, pensé en lo curioso que es sentirte nuevo y a la vez como en casa en un lugar — tal vez eso es lo que hace que estas escapadas desde San Juan valgan tanto la pena. Aún ahora me sorprendo extrañando ese ritmo pausado.
El tour dura unas 2.5 horas, incluyendo las paradas.
Sí, hay una pausa de media hora para nadar en el río Mameyes.
El recorrido empieza en Carabalí Rainforest Adventure Park, cerca de El Yunque.
Sí, es para todos los niveles y antes te dan una clase de equitación.
Usa pantalones largos y zapatos cerrados tipo tenis o botas; no se permiten sandalias.
La edad mínima es 12 años y el peso máximo permitido es 235 libras.
Sí, todos los jinetes reciben casco para su seguridad.
No, no hay recogida en hoteles; debes llegar por tu cuenta a Carabalí Park.
Tu día incluye guía local que te asigna el caballo según tu experiencia, uso de cascos para seguridad, estacionamiento gratis en Carabalí Rainforest Park y todos los impuestos locales, además de tiempo para nadar en el río Mameyes antes de seguir por la costa de Luquillo.
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