Vive Lisboa de cerca recorriendo las callejuelas de Alfama, disfrutando las vistas desde Senhora do Monte, cruzando el Puente 25 de Abril y saboreando un Pastel de Belém recién hecho, todo con recogida en hotel y un guía local que hace que la historia cobre vida.
Lo primero que me pasó fue que se me quedó la manga de la chaqueta atrapada en la puerta del coche. No fue un inicio muy cinematográfico, pero nuestro guía Pedro sonrió y dijo: “Lisboa te lo perdona”. Así empezó todo: sin prisas, con calma. Recorrimos Baixa y Chiado, donde las calles huelen a castañas asadas (aunque fuera junio). Pedro señaló el Elevador de Santa Justa, que llamó “el primo lisboeta de la Torre Eiffel”, y traté de hacer una foto, pero solo pillé la mitad. La verdad, estaba demasiado distraído admirando los edificios azulejados para preocuparme.
En Alfama paseamos a pie un rato. La ropa colgada ondeaba en las ventanas y una anciana cantaba suavemente en portugués, su voz rebotando en la piedra. El aire tenía ese toque salado del río Tajo, y no dejaba de pensar en todo lo que habrán visto esas callejuelas, desde terremotos hasta revoluciones. En el mirador de Senhora do Monte, Pedro nos ofreció unos vasitos de café (lo llamó “bica”) y señaló el Castillo de San Jorge a lo lejos. La vista me dejó en silencio un momento—no por dramatismo, sino por paz.
Cruzamos el Puente 25 de Abril (que realmente parece el de San Francisco) con fado sonando bajito en la furgoneta. En la estatua de Cristo Rey, el viento soplaba tan fuerte que el pelo se me pegó a la cara—Pedro se rió y dijo que así sabes que estás bien alto sobre Lisboa. Luego llegamos a Belém: no entramos en el Monasterio de los Jerónimos ni en la Torre de Belém, pero con verlos desde fuera ya sentí su peso histórico. La sorpresa fue el primer bocado del Pastel de Belém—crema tibia, masa hojaldrada espolvoreada con canela. Intenté pronunciar “pastéis” bien; Pedro hizo una mueca, pero sonrió igual.
Sigo pensando en cómo cada parada fue como abrir una ventana al pasado de Lisboa—a veces literal (la brisa en Largo do Carmo). No fue perfecto—nunca logré una buena foto del Elevador de Santa Justa—pero quizás por eso se me quedó grabado.
El tour dura aproximadamente 5 horas en total.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos durante el día.
No, visitarás la iglesia del Monasterio de los Jerónimos pero no entrarás al monasterio ni a la Torre de Belém.
Sí, cada persona recibe un Pastel de Belém original de la pastelería, incluido en el precio.
Explorarás Baixa, Chiado, Bairro Alto y Alfama, entre otros, durante la excursión.
Sí, hay asientos para bebés disponibles y se pueden usar cochecitos durante el tour.
Se recomienda llevar una chaqueta ligera porque el tiempo en Lisboa puede cambiar rápido, incluso en verano.
El tour se realiza completamente en inglés.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en vehículo con aire acondicionado, guía durante todo el recorrido por barrios históricos como Alfama y Baixa, además de paradas en miradores clave. También disfrutarás de un Pastel de Belém recién hecho en su pastelería original (la receta sigue siendo un secreto), con tiempo para disfrutar cada lugar antes de volver al hotel.
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