Recorrerás Baixa probando petiscos de chorizo en tabernas acogedoras, disfrutando arroz con mariscos y Vinho Verde, mordiendo bifanas y coxinhas, saboreando Ginjinha en una tienda histórica y terminando con un pastel de nata caliente. Es un tour lleno de vida, risas y auténticas historias que capturan el alma de Lisboa.
No esperaba empezar mi tour gastronómico en Lisboa con una historia sobre terremotos, pero nuestro guía Tiago arrancó justo ahí, junto al Supremo Tribunal. Señaló las grandes plazas y explicó lo “nueva” que es Baixa, reconstruida tras el terremoto de 1755, según dijo. Mientras intentaba pronunciar “bacalhau à Brás” (no me preguntes cómo salió), entramos en nuestra primera taberna. El aire estaba impregnado de chorizo a la parrilla y un aroma herbal, ¿laurel tal vez? Nos apretujamos alrededor de una mesita mientras Tiago nos servía un tinto local y nos contaba que los petiscos no son solo aperitivos, sino una forma de disfrutar con calma. Me gustó esa idea.
La siguiente parada fue un homenaje al marisco: sardinas a la parrilla que me dejaron los dedos brillantes y un arroz tan reconfortante que casi olvido que había que ir despacio. En otra mesa alguien chocó las copas y gritó “¡Salud!”, provocando risas en todos, nosotros incluidos. El Vinho Verde resultó más ligero de lo que esperaba, casi con burbujas, y se bebía sin esfuerzo. Caminando entre paradas, Baixa se sentía animada pero sin prisas; un tipo tocaba fado en una esquina y por un momento todo encajó perfecto.
Después llegó la bifana, un bocadillo de cerdo con ajo que me manchó la manga (valió la pena). Tiago se burló de mí por intentar comerla con cuidado; al parecer nadie lo hace. También probamos coxinhas, esas croquetas crujientes de pollo, acompañadas de una cerveza fría que cortaba justo la sal. Cuando llegamos a la antigua licorería para la Ginjinha, ya estaba lleno y un poco alegre, pero con ganas de postre igual. El pastel de nata al final, todavía tibio y espolvoreado con canela, fue todo lo que dicen y más. A veces, cuando estoy en casa, todavía recuerdo esa textura cremosa.
Sí, la ruta es completamente accesible porque Baixa es el único barrio plano de Lisboa.
Probarás 8 platos portugueses diferentes, incluyendo petiscos, bocados callejeros como bifana y coxinha, además del postre.
Sí, en cada parada hay opciones vegetarianas, aunque menos que en el menú regular.
Incluye cerveza local, vino Vinho Verde, licor de cereza Ginjinha y otras bebidas tradicionales.
El punto de encuentro es frente al Supremo Tribunal de Justicia en el centro de Lisboa.
La experiencia incluye varias degustaciones en diferentes paradas; algunas son comidas sentadas y otras bocados callejeros.
No, aunque se menciona en otras referencias, este itinerario se centra en locales del barrio de Baixa, no en el Mercado de Campo de Ourique.
Sí, hay opciones sin alcohol disponibles en todas las paradas si las solicitas.
Tu tarde incluye paseos guiados por las calles históricas de Baixa con un experto local que te llevará a tabernas acogedoras y restaurantes familiares para degustar ocho platos portugueses, desde petiscos hasta arroz con mariscos, junto con cuatro bebidas tradicionales como Vinho Verde y Ginjinha. Todas las mesas están reservadas para un servicio prioritario en una ruta accesible; también hay opciones vegetarianas y sin alcohol.
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