Alimenta alpacas en Chinchero, aprende a tejer con locales, pasea por las antiguas terrazas de Moray, prueba la sal directamente de las pozas de Maras, disfruta un almuerzo en Tunupa y sube las piedras de la fortaleza de Ollantaytambo con tu guía. Prepárate para momentos auténticos: risas por errores de idioma, aire puro de montaña y historias que recordarás en casa.
Con las manos ya llenas de alpaca antes de tomar mi primer café, así comenzó nuestro día en el Valle Sagrado desde Cusco. Roxana nos recibió con una sonrisa en su patio en Chinchero, su risa rebotaba en las paredes de adobe. Nos enseñó a teñir lana con cochinilla molida y una hoja cuyo nombre aún no logro pronunciar (Li se rió cuando lo intenté). El aroma era terroso, como hierba mojada tras la lluvia. Sus cuyes corrían entre nuestros pies — aquí no son solo mascotas. Creo que ahí fue cuando entendí cuánto vive la tradición en esos pequeños detalles.
El viaje a Moray fue tranquilo, solo se escuchaba el crujir de la grava y las historias de nuestro guía sobre la ciencia inca — algo de microclimas y papas, que me abrió el apetito. Parados sobre esas terrazas circulares con los Andes de fondo, la sensación era casi irreal; hay un silencio especial que no encuentras en la ciudad, solo roto por el viento y el clic de alguna cámara. Nos tomamos nuestro tiempo — nadie nos apuró — simplemente disfrutando los patrones tallados en la tierra. A veces aún recuerdo esa vista.
Después llegó Maras: miles de pozas de sal brillando al sol, como escamas de un pez gigante. El aire tenía un sabor mineral y fresco. Nuestro guía se ofreció a tomar fotos, pero yo prefería observar a un hombre mayor recogiendo sal a mano, sus movimientos lentos y expertos. El almuerzo en Tunupa fue un torbellino de sabores — recuerdo algo picante y dulce a la vez (y sí, opciones para vegetarianos). Tras comer, todos estábamos un poco somnolientos, pero Ollantaytambo nos despertó de nuevo: subiendo esas piedras mientras el guía señalaba cicatrices de antiguas batallas. Abajo, niños jugaban fútbol; la vida sigue entre tanta historia.
Puedes terminar tu tour en Ollantaytambo si vas a tomar el tren a Machu Picchu o regresar juntos a Cusco. De cualquier forma, llevarás un poco de polvo en los zapatos — y quizás alguna palabra nueva si te animas a practicar tu español más que yo.
El tour completo dura unas 11 horas, incluyendo traslados y paradas para almorzar.
Sí, incluye recogida y regreso al hotel en Cusco.
Se visita el pueblo de Chinchero (demostración de tejido), las terrazas agrícolas de Moray, las salineras de Maras y las ruinas de Ollantaytambo.
Sí, incluye almuerzo buffet en el restaurante Tunupa con opciones vegetarianas y veganas.
Sí, puedes elegir terminar el tour en Ollantaytambo si vas a tomar el tren a Machu Picchu.
El grupo es pequeño, máximo 8 personas para una experiencia más personalizada.
No se mencionan entradas incluidas; lleva algo de dinero extra para entradas o souvenirs por si acaso.
Es apto para la mayoría, pero no se recomienda para embarazadas ni personas con problemas de columna o cardiovasculares.
Tu día incluye recogida y regreso cómodo al hotel en Cusco, transporte privado entre cada sitio del Valle Sagrado (sin buses apretados), demostración práctica de tejido con familias locales en Chinchero (y alimentación de alpacas), visitas guiadas por las terrazas de Moray y las salineras de Maras con tiempo para explorar y tomar fotos, almuerzo buffet en el restaurante Tunupa junto al río (con opciones vegetarianas y veganas), además de opciones flexibles para dejarte en Ollantaytambo si vas hacia Machu Picchu o regresar juntos a Cusco.
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