Degustarás vinos y piscos locales directamente en viñedos históricos cerca de Ica, compartirás risas con tu guía mientras recorres huertos, y luego acelerarás en buggy por las dunas de Huacachina antes de probar el sandboarding al atardecer. Prepárate para sabores intensos, nuevos amigos y un atardecer que no olvidarás.
Lo primero que me atrapó fue el olor: uvas y tierra, justo al entrar a la Viña Tacama, a las afueras de Ica. Nuestra guía, Rosa, nos llamó hacia una antigua prensa de madera —“la prensa”, como la llamaba ella— que lleva más años que cualquiera en su familia. Intenté imaginar todas esas cosechas. Nos sirvió un poco de su Malbec; la verdad, no soy muy de vino, pero sabía a luz de sol y a algo floral que no supe identificar. El pisco picaba un poco, pero de la mejor manera. Se escuchaban risas de otro grupo cerca; se notaba que todos ya estaban relajados.
Después fuimos a la bodega El Arrabal, menos pulida que Tacama pero con un encanto más cálido. Había caballos bajo árboles frutales (uno no paraba de espantar moscas con la cola) y el aire olía dulce y polvoriento. Aprendimos cómo hacen el pisco a mano aquí; Rosa nos explicó la diferencia entre las uvas quebranta e Italia, aunque seguro me confundí un poco. Almorzamos en su pequeño restaurante; pedí lomo saltado porque, ¿por qué no? Estaba salado y justo para equilibrar tanta cata.
El camino hacia el oasis de Huacachina parecía sacado de otro mundo: las dunas se alzan de repente, doradas contra un cielo azul intenso. Carlos, nuestro conductor, sonreía mientras pisaba a fondo el buggy. Hubo un momento en que subimos una duna y se me revolvió el estómago —grité algo que no puedo repetir y Carlos se rió aún más. El sandboarding parecía fácil hasta que lo intentas; la mayoría (yo incluido) acabamos con arena por todos lados. Pero cuando el sol empezó a caer sobre el desierto, con esa luz naranja en las caras de todos, todo quedó en silencio salvo el viento. A veces todavía recuerdo esa vista cuando la vida allá en casa se pone demasiado agitada.
Sí, se incluye recogida en tu hotel en Ica o en la recepción de la estación de buses.
Visitarás la Viña Tacama (o Vista Alegre los lunes) y la bodega artesanal El Arrabal.
Normalmente dura unas 2 horas; en festivos oficiales peruanos es aproximadamente 1 hora.
No, el almuerzo no está incluido, pero hay tiempo para comer en el restaurante de El Arrabal (a tu cargo).
Sí, el sandboarding se hace acostado en tablas tradicionales; si quieres pararte, puedes alquilar equipo profesional.
No se recomienda para personas con lesiones en la columna, embarazadas o con problemas cardiovasculares.
Sí, en cada bodega se incluyen catas de vinos y piscos locales.
Tu día incluye recogida en hotel o estación de buses en Ica, visitas guiadas a la Viña Tacama (o Vista Alegre los lunes) y la bodega El Arrabal con degustaciones de vinos y piscos locales. Tras el almuerzo (no incluido), te espera una aventura en buggy por las dunas de Huacachina con tiempo para probar sandboarding antes de regresar a tu hotel o estación.
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