Recorre en 4x4 el corazón del Cuarto Vacío de Omán, camina entre árboles milenarios de incienso en Wadi Dawkah, observa camellos negros cerca de Thumrait, explora las misteriosas ruinas de Ubar con un guía local y disfruta un atardecer inolvidable tras un emocionante sand bashing en altas dunas.
Lo primero que me impactó fue el aire seco y cálido al dejar atrás Salalah en un resistente 4x4. Nuestro guía, Khalid, no paraba de contar historias mientras cruzábamos colinas áridas y nos adentrábamos en el vasto vacío del Rub Al Khali, el Cuarto Vacío. Es difícil explicar lo inmenso que se siente este lugar. El cielo parece no tener fin y la arena absorbe todos los sonidos, salvo el crujir de las ruedas y el silbido del viento colándose por una ventana entreabierta.
La primera parada fue en Wadi Dawkah. Había leído sobre el incienso, pero ver esos árboles retorcidos en persona, extendiéndose por cinco kilómetros cuadrados, fue otra cosa. Su aroma es intenso y casi picante si te acercas a la corteza. Khalid nos contó que este valle está protegido por la UNESCO; estos árboles llevan siglos siendo aprovechados para extraer resina. Incluso hay un cartel con letras desgastadas que señala dónde los comerciantes solían recoger su carga.
Un poco más adelante, cerca de Thumrait, frenamos al cruzarnos con una manada de camellos negros. No son el típico cliché para turistas; estos dromedarios se crían para la resistencia y antes se usaban para transportar incienso a través de interminables dunas. El pastor nos saludó con un gesto divertido ante nuestro entusiasmo y luego nos dejó continuar mientras sus animales se alejaban hacia unos arbustos espinosos.
El siguiente punto destacado fue Shisr y las ruinas de Ubar, conocida como la Atlántida de las Arenas. Apenas quedan restos visibles, solo unas columnas de piedra desgastadas que asoman entre el polvo, pero estando allí puedes imaginar las caravanas cargadas de incienso deteniéndose a beber agua hace siglos. Khalid señaló un antiguo pozo bordeado de sal; dijo que lleva aquí más tiempo del que nadie recuerda.
Ya entrada la tarde, todo se vuelve casi mágico. Nos internamos más en el Rub Al Khali, donde la arena brilla en tonos dorados y naranjas al caer el sol. Si te animas (yo lo hice), llega el sand bashing: nuestro conductor se puso una sonrisa de niño mientras subía dunas empinadas y nos dejaba deslizar en ráfagas de risas y gritos nerviosos. Seguro que te quedará arena en los zapatos por días.
Nos detuvimos en la cima de una última duna justo antes del atardecer. De repente, todo se silencia, ese silencio que te permite oír tu propio corazón, mientras tomamos un té dulce y vemos cómo las sombras se extienden sobre olas infinitas de arena. Sin multitudes, sin ruido, solo el lento adiós del día en el Cuarto Vacío de Omán.
Nuestros conductores conocen bien el desierto y adaptan la conducción según el nivel de comodidad—¡solo dinos qué prefieres! A los niños les encanta, pero si tienes dudas, consúltanos antes.
No hace falta equipo especial, solo ropa cómoda que no te importe ensuciar de arena, gafas de sol, protector solar y quizá un pañuelo ligero para el viento o el sol.
¡Sí! Incluimos agua embotellada, té o café (normalmente al atardecer) y algunos snacks ligeros para que no te falte energía ni hidratación.
La entrada a Ubar (3 OMR por persona) no está incluida en el precio del tour; se paga directamente en el sitio si decides entrar.
Tu viaje incluye agua embotellada para mantenerte fresco, snacks frescos para recargar energía, además de café o té servido en las dunas al atardecer. Todo el transporte es en cómodos 4x4 conducidos por guías expertos que conocen cada rincón de estas arenas.
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