Si buscas vistas reales de montaña sin semanas de caminata, este trekking a Poon Hill es perfecto. Tendrás amaneceres himalayos, guías amables y un vistazo a la vida en el pueblo, todo en solo tres días.
Con las botas bien atadas, salimos justo después del amanecer desde Nayapul. El aire estaba fresco y nítido, con el aroma a tierra húmeda y humo de leña de los puestos de té cercanos. Nuestro guía, Ramesh, marcaba un ritmo constante y señalaba pequeñas flores silvestres asomando entre el musgo. El primer tramo atravesaba densos bosques de rododendros; la verdad, no esperaba que los árboles fueran tan altos ni que el sendero se llenara de cantos de pájaros. De vez en cuando, cruzábamos con lugareños cargando cestas de verduras o charlando en nepalí, y parecía que caminábamos por el patio de alguien, no por una ruta turística.
La subida a Ghorepani fue dura—los escalones de piedra parecían interminables y mis piernas lo notaron bien. Pero la recompensa valió la pena: esa primera vista del macizo Annapurna al atardecer, con picos nevados iluminados de naranja tras las nubes bajas. Nuestra casa de té era sencilla pero acogedora; la hija del dueño nos sirvió un té de jengibre que sabía especialmente picante después de un día de caminata. A primera hora del día siguiente, subimos a Poon Hill en la oscuridad—lleva linterna frontal si puedes. El amanecer fue lento y silencioso; todos nos quedamos quietos, temblando un poco, viendo cómo las montañas se iluminaban una a una. Luego bajamos caminando por el pueblo de Ghandruk, donde las viejas casas de piedra bordean caminos estrechos y los niños saludan desde las puertas. Ramesh nos contó algunas tradiciones Gurung e incluso nos ayudó a pedir dal bhat en un pequeño café—la verdad, sabía mejor que cualquier plato de restaurante en Pokhara.
Es accesible para la mayoría con buena condición física moderada. Hay muchos escalones de piedra y tramos empinados, pero nuestro guía mantuvo un ritmo tranquilo y hicimos muchas pausas.
Te alojarás en casas de té locales—habitaciones básicas pero limpias, generalmente con camas dobles y baños compartidos. Hay duchas calientes por un pequeño costo.
No hace falta cargar mucho—hay varios lugares en el camino para comprar snacks y agua embotellada. Las comidas se sirven en las casas de té.
Incluye permisos, todas las entradas, transporte privado desde y hacia el inicio del sendero, un guía de montaña certificado que conoce todos los atajos, y dos noches en casas de té locales.
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