Recorre cascadas en el Cañón Infiernillo con guías expertos desde Ahuacatlán de Guadalupe: rápeles en acantilados, saltos a pozas frías y deslizamientos por rocas lisas. Todo el equipo está incluido y pasarás la noche en un hostal cómodo para descansar antes de otro día lleno de adrenalina. Saldrás cansado pero emocionado — y tal vez con ganas de más tortillas de maíz azul.
No esperaba que mi corazón empezara a latir tan rápido antes de llegar a Ahuacatlán de Guadalupe. El camino desde Querétaro serpenteaba entre colinas cubiertas de neblina, y no podía creer que estuviéramos a solo tres horas. Nuestro pequeño grupo se reunió al borde de la Sierra Gorda, mochilas llenas de mosquetones. Miguel, nuestro guía, repartió el equipo y sonrió cuando me vio mirar el traje de neopreno. “Luego me lo vas a agradecer,” dijo. Tenía razón — el agua estaba mucho más fría de lo que parecía.
La primera noche fue para aprender a no hacer el ridículo en el cañón. Miguel nos enseñó a usar arneses y cuerdas en un pequeño espacio de pasto detrás del hostal (que olía a leña y tortillas recién hechas). Intenté imitar sus nudos, pero terminé con algo que parecía un desastre de agujetas. La cena fue por nuestra cuenta — me metí en un lugar pequeño donde una señora mayor hacía tortillas de maíz azul a mano. Todavía recuerdo ese sabor, cálido y terroso.
Al día siguiente madrugamos, algo poco común para mí. Nos metimos en los trajes de neopreno (incómodos pero necesarios), nos pusimos cascos y guantes. El aire estaba frío, puro, y te despertaba de verdad. Al entrar al Cañón Infiernillo, todo se volvió más intenso: el agua golpeando las rocas, las risas y los gritos al deslizarse por los toboganes naturales. En el primer rápel dudé al borde — era más alto de lo que parecía desde abajo — pero Miguel solo asintió y dijo “confía.” Y confié. Cinco kilómetros de cascadas, saltos a pozas profundas (perdí la cuenta), deslizamientos por rocas cubiertas de musgo… la verdad, dejé de preocuparme por verme bien después de mi segundo chapuzón torpe.
Al final, empapado y con una sonrisa tonta, entendí cuánto confías en extraños aquí — en guías y nuevos amigos por igual. No es un viaje para quien odia mojarse, ensuciarse o sentir que el corazón se acelera demasiado. Pero si tienes curiosidad por el cañonismo en el Cañón Infiernillo cerca de Querétaro — seguro ya sabes que quieres probarlo.
Ahuacatlán de Guadalupe está a unas 3 horas en carretera desde Querétaro; los detalles del punto de encuentro se envían tras reservar.
El tour incluye una clase introductoria con entrenamiento de seguridad; los guías te acompañan en todo momento.
Incluye traje de neopreno de 3mm, casco, arnés, guantes, chaleco salvavidas y sistema de descenso.
Sí — Ahuacatlán es muy pequeño y no hay cajeros; muchos lugares no aceptan tarjetas, así que lleva dinero en efectivo para comidas o extras.
La cena es por cuenta propia; se ofrece comida al final del recorrido, pero el desayuno no está incluido.
Te hospedas en un hostal en Ahuacatlán de Guadalupe; la habitación está incluida en el precio del tour.
No — no se recomienda para menores de 14 años por exigencias físicas y razones de seguridad.
Se requiere al menos un nivel moderado; no es recomendable para personas con lesiones en la columna o problemas cardiovasculares.
Tu aventura de dos días incluye todo el equipo especializado para cañonismo — traje de neopreno, casco, arneses — y una noche en hostal en Ahuacatlán de Guadalupe. Un guía experto te acompaña en cada paso (y salto), y las entradas están cubiertas. Al final te espera comida para recargar energías antes de volver a las montañas.
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