Saldrás desde Puerto Escondido para un tour guiado en una destilería familiar de mezcal—verás los hornos de asado de cerca y probarás cinco o seis mezcales artesanales acompañados de botanas oaxaqueñas como guacamole y chapulines. Con un guía local que traduce las historias y transporte privado incluido, vivirás una experiencia auténtica que recordarás mucho después.
Con las manos pegajosas por el agave, observé cómo Don Javier abría una piña asada y nos hacía señas para acercarnos. El humo del horno de tierra subía, dulce y un poco intenso, y se notaba en su camisa. El grupo se fue acercando, mientras Antoine traducía con paciencia, y los perros de la familia nos rodeaban las piernas. Intentaba recordar lo que decía sobre el agave silvestre y el cultivado, pero más que nada me quedé viendo esas manos ásperas separando las fibras. Eso no se ve en los bares de casa.
El camino desde Puerto Escondido fue más largo de lo que esperaba (unos 40 minutos), pero ver cómo cambiaba el paisaje—caminos polvorientos, destellos de buganvilias—lo hizo parte del ritual. Al llegar, parecía que todos se conocían; una de las mujeres me dio un vasito antes de que pudiera dejar la mochila. La cata fue casi ceremonial. Se alinearon seis vasitos, cada uno más fuerte o ahumado que el anterior. Alguien bromeó con que era “fuego líquido” y Li se rió cuando intenté decir “salud” en español—seguro lo dije fatal.
No dejaba de pensar en lo distinto que se siente el mezcal aquí—menos como una bebida y más como algo vivo. La hoja para tomar notas ayudó (aunque después del tercer vaso solo hice garabatos), pero lo que realmente me quedó fueron las historias: cómo aprendieron de sus abuelos, por qué asan bajo tierra, qué plantas crecen mejor tras la lluvia. Hasta las botanas—guacamole con chapulines salados—formaban parte de la lección. Al final dejé de fingir que era experto y simplemente escuché.
De regreso, con las ventanas abajo y el calor del mezcal aún en el pecho, me di cuenta de que nunca volvería a ver esas botellas en los restaurantes igual. Hay algo en ver dónde empieza todo—la tierra, las manos—que se queda más tiempo que cualquier sabor.
La destilería está a unos 40 minutos en transporte privado desde Puerto Escondido.
Sí, el transporte privado ida y vuelta está incluido en la reserva.
Probarás cinco o seis mezcales artesanales producidos en la destilería.
Sí, se sirven botanas locales como guacamole, cacahuates y chapulines durante la cata.
El tour es apto para todos los niveles físicos, pero no se recomienda para embarazadas ni personas con problemas cardiovasculares.
Los animales de servicio están permitidos en este tour.
El tour es guiado por Antoine y su equipo junto con miembros de la familia de la destilería.
Sí, comenzarás con una explicación sobre los orígenes y el proceso de producción del mezcal antes de la visita y la cata.
Tu día incluye recogida y transporte privado desde Puerto Escondido a una destilería familiar; una introducción a la historia y producción del mezcal; un recorrido guiado por los hornos tradicionales; cata de cinco o seis mezcales caseros; además de botanas oaxaqueñas como guacamole y chapulines antes de regresar cómodamente juntos.
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