Recorrerás las antiguas ruinas zapotecas de Monte Albán, verás cómo los artesanos tallan coloridos alebrijes en San Antonio Arrazola, probarás mezcal ahumado en su lugar de origen y disfrutarás un buffet con lo mejor de la cocina oaxaqueña. Cada parada es cercana—prepárate para reír con tu guía y descubrir sorpresas en el camino.
Lo primero que sentí fue el crujido seco de la grava bajo los zapatos al bajar en Monte Albán. El aire estaba fresco, pero el sol picaba en la nuca—las mañanas en Oaxaca tienen esa forma de despertarte de golpe. Nuestro guía, Martín, empezó a contarnos sobre los zapotecas antes de llegar siquiera a la primera plataforma. Tenía la costumbre de interrumpirse para señalar algún grabado o saludar a los vendedores que pasaban ofreciendo chapulines (sí, grillos). Más tarde probé uno—salado, ahumado, y sorprendentemente adictivo.
Después de perdernos entre esas piedras milenarias (confieso que las tocaba cuando nadie miraba), volvimos a la camioneta y pusimos rumbo a San Antonio Arrazola. El olor cambió—de pronto era viruta de madera y pintura, en vez de polvo y flores silvestres. Entramos a un taller de alebrijes donde una familia tallaba criaturas increíbles—dragones con alas diminutas y caras de jaguar. Pregunté por uno de siete patas; el artista solo sonrió y se encogió de hombros. Hay una magia especial en no explicarlo todo.
Luego tocó la comida—un buffet con moles que teñían el plato de rojo intenso y tortillas recién salidas del comal. Perdí la cuenta de cuántas me comí. Alguien en la mesa intentó explicarme los tipos de mole, pero sinceramente, después del segundo bocado solo me dediqué a disfrutar. Más tarde vimos cómo moldeaban el barro negro a mano—tiene algo hipnótico—y después recorrimos una mezcalería donde el aire picaba dulce en la nariz. Martín nos sirvió una prueba y nos dijo que tomáramos despacio; lo intenté, pero igual tosí. Él se rió, yo también.
A veces sigo pensando en ese momento arriba de Monte Albán, el viento en los oídos y todo Oaxaca extendiéndose a mis pies—sentí que estaba entre dos mundos, el antiguo y el nuevo. Si vas, no tengas prisa; déjate sorprender por los pequeños momentos entre cada parada.
El tour ocupa casi todo el día e incluye visitas a Monte Albán, talleres en San Antonio Arrazola, comida, demostración de barro negro y degustación de mezcal.
Sí, durante la excursión se incluye un buffet típico oaxaqueño.
Sí, visitarás un taller de alebrijes en San Antonio Arrazola y verás cómo se elabora el barro negro.
Sí, hay una parada en una mezcalería para probar mezcal durante el recorrido.
Incluye vehículo con aire acondicionado para todos los traslados entre los sitios.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en carriola durante el tour.
El sitio arqueológico de Monte Albán no está adaptado para personas con discapacidad física.
Tu día incluye transporte con aire acondicionado por los valles de Oaxaca, entrada al sitio arqueológico de Monte Albán con guía local, visita a un taller de alebrijes y otro de barro negro en San Antonio Arrazola, comida buffet típica oaxaqueña (piensa en tortillas recién hechas y moles intensos), además de degustación de mezcal antes de regresar juntos al centro.
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