Únete a un grupo pequeño en CDMX para una cata íntima de mezcal guiada por un sommelier certificado, probando siete mezcales artesanales acompañados de siete moles tradicionales (con opciones veganas). Risas, nuevas amistades, historias expertas sobre el agave y sabores que recordarás mucho después del último trago.
“Un buen mezcal no se apura — es como esperar la lluvia en Oaxaca”, nos dijo Armando, nuestro guía, mientras giraba su copa y nos sonreía. Nunca me había detenido a pensar en la paciencia que hay detrás de cada botella hasta que empezó a contar historias de los agricultores de agave, con las manos teñidas de verde por los campos de Oaxaca. El lugar era pequeño pero animado, con ese aroma terroso del agave asado y un toque dulce y especiado que venía de la cocina. Éramos unos ocho alrededor de la mesa, todos desconocidos al principio, pero ya sabes cómo es el mezcal: no deja que sigas siendo extraño por mucho tiempo.
Confieso que me daba nervio probar siete moles diferentes (todavía no logro pronunciar bien “manchamanteles”). Armando alineó los mezcales: Espadín, Cuishe, Madre Cuishe… cada uno servido en esas pequeñas copitas de barro que se sienten frescas y rugosas en la mano. Primero nos invitó a olerlos — ahumados, herbales, a veces casi florales — y luego a beber despacio mientras probábamos cada mole. Los colores de los moles iban desde un chocolate intenso hasta un rojo brillante que parecía picante pero no lo era. Creo que mi favorito fue el que tenía un toque de plátano; no podía dejar de repetir aunque sabía que debía ir con calma.
Hubo un momento en que alguien preguntó por opciones veganas y Armando simplemente asintió como si fuera lo más normal — “Claro, en Oaxaca hay para todos”. Me di cuenta entonces del cuidado que pusieron en armar esta cata de mezcal en CDMX. Reímos mucho (sobre todo después del tercer vaso), compartimos anécdotas de desastres culinarios en casa y tratamos de adivinar qué agave correspondía a cada mezcal. En un momento intenté decir “Tepeztate” bien y me gané un aplauso — o tal vez solo fueron amables.
Sigo pensando en ese último maridaje: una mezcla de Tobala y Tepeztate con un mole negro intenso que sabía a humo y chocolate al mismo tiempo. Ya había oscurecido afuera, pero adentro se sentía cálido y relajado, como si nos conociéramos de mucho más que un par de horas. Si buscas una experiencia de mezcal en CDMX con gente local que realmente sabe y se apasiona, esta es la indicada. Salí con un leve aroma a humo y especias — y no me quejo.
Sí, hay opciones veganas para todos los maridajes de mole durante la experiencia.
Probarás siete mezcales artesanales seleccionados por el sommelier.
La cata se lleva a cabo en el centro de CDMX, en un lugar tradicional y acogedor.
Sí, la experiencia está dirigida por sommeliers certificados del Instituto de Espirituosos de Agave.
Sí, cada mezcal se acompaña con un mole tradicional diferente como parte de la experiencia.
No, no hay traslado desde el hotel, pero hay opciones de transporte público cercanas y accesibles.
Sí, todas las áreas y superficies son accesibles para personas con silla de ruedas.
Tu día incluye siete mezcales artesanales cuidadosamente maridados con siete moles tradicionales (opciones veganas disponibles), guía local certificado, menús impresos con notas de producción y snacks durante toda la experiencia — todo en un lugar accesible en el centro de CDMX antes de que salgas a seguir disfrutando la noche.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?