Si quieres sumergirte en la cultura mexicana a través de catas de mezcal raras—y tal vez encontrar tu nuevo espíritu de agave favorito—esta experiencia es para ti. Recibirás consejos expertos, probarás botellas únicas que no encontrarás en otro lado y te llevarás historias para compartir.
Lo primero que me impactó fue el aroma terroso—como lluvia sobre tierra seca—al entrar en la antigua sala donde probaríamos mezcal. Nuestra guía, Ana, nos recibió con una sonrisa cálida y dispuso cinco botellas de distintos rincones de México. Cada una lucía diferente: algunas claras, otras casi doradas. Repartió pequeños platos con chocolate, rodajas de naranja e incluso una pizca de sal con chile. La mesa parecía más una reunión familiar que una cata formal.
Ana comenzó con historias sobre los orígenes del mezcal—cómo se ha elaborado por generaciones en Oaxaca y Guerrero, mucho antes de aparecer en las cartas de bares sofisticados. Explicó que cada botella venía de un palenque o vinata distinto, y cómo el suelo o incluso el clima pueden cambiar su sabor. Aprendimos a sorber despacio, dejando que las notas ahumadas rodaran por la lengua. Alguien bromeó diciendo que en un vaso se podía saborear la fogata; otro comentó que el suyo le recordaba a pimientos verdes.
Debatimos sobre nuestros favoritos—un espíritu sabía casi dulce, otro tenía un toque herbal salvaje. No había presión por elegir “el mejor”, solo opiniones sinceras y muchas risas. Una pareja a mi lado decidió comprar una botella que no se vende en ningún otro lugar; querían llevarla a casa como regalo con una historia auténtica detrás. Al final, sentí que había pasado la noche en una cena entre amigos conocedores—relajado pero lleno de nuevo conocimiento (y quizá un poco alegre).
¡Sí! Algunas botellas son exclusivas y están disponibles para compra si encuentras una que te encante.
No se necesita experiencia previa—nuestra guía explica todo paso a paso.
Esta actividad se centra en la cata de espíritus de agave; no incluye alternativas sin alcohol.
La experiencia completa dura aproximadamente 90 minutos.
Recibirás generosas porciones de cinco espíritus raros de agave de todo México, además de chocolate local, frutas y especias para acompañar cada sorbo. Guías visuales e historias personales forman parte de la diversión.
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