Sumérgete en el mundo de Nikko con sus santuarios coloridos y montañas boscosas en esta excursión guiada desde Tokio. Escucha el rugido de la cascada Kegon mientras disfrutas de la yuba local en el almuerzo, y relájate junto al tranquilo lago Chuzenji antes de regresar. Un día lleno de colores y momentos de calma que no esperas.
Aún recuerdo cuando bajé del autobús en Nikko, el aire más fresco que en Tokio y un poco cortante, como suelen ser las mañanas en la montaña. Nuestra guía, Kana, señaló el puente Shinkyo mientras pasábamos: rojo brillante contra el verde, casi demasiado perfecto. Nos contó sobre los espíritus que se dice cruzan por ahí; intenté imaginarlos, pero más bien me quedé mirando cómo el río brillaba bajo la madera. Las ventanas del autobús se empañaron un poco con el aliento de todos al ver ese primer paisaje.
Recorrer el santuario Toshogu fue abrumador en el mejor sentido: tallas por todos lados, detalles dorados que atrapaban rayos de sol. Kana nos explicó algunas historias detrás de los monos y el gato dormido (nunca me había fijado en lo pequeño que es en las fotos). Perdí la noción del tiempo mientras caminaba, medio escuchando sus relatos y medio observando a la gente rezar o reír en voz baja con sus familias. Si no compras la entrada para el interior, igual hay mucho que ver afuera; de hecho, me distraje con una tiendita que vendía crackers de arroz dulces cerca.
El camino hacia la cascada Kegon serpenteaba entre árboles que empezaban a amarillear en los bordes (fuimos a principios de otoño). Cuando finalmente escuchamos el agua antes de verla — ese sonido profundo y atronador — parecía sacado de una película antigua. Hay un ascensor para bajar y acercarte; sentí la bruma en la cara antes de llegar al pie de la cascada. El almuerzo fue sencillo pero rico: yuba sobre arroz, más suave de lo que esperaba. La señora del mostrador sonrió cuando intenté pedir en japonés — corrigió mi pronunciación con cariño y se rió conmigo.
El lago Chuzenji estaba más tranquilo de lo que imaginaba. La gente dispersa a lo largo de la orilla, algunos tirando piedras o simplemente sentados con los pies colgando sobre las rocas. El cielo se reflejaba en el agua de un modo que hacía que todo pareciera ir más despacio por un rato. En el viaje de regreso a Tokio, casi todos guardaban silencio — cansados tal vez, o simplemente llenos de tanto paisaje y aire puro. Incluso ahora, cuando alguien menciona Nikko o pregunta por excursiones desde Tokio, lo que más me viene a la mente es ese instante junto al lago.
El trayecto desde Ginza en Tokio hasta Nikko dura aproximadamente entre 2 y 2,5 horas en autobús con aire acondicionado.
La entrada está incluida solo si la eliges al reservar; de lo contrario, tendrás tiempo libre para recorrer la zona exterior del santuario.
Puedes probar especialidades locales como yuba (piel de tofu) o platos de pescado de agua dulce en restaurantes cerca de la cascada Kegon.
Sí, tu guía bilingüe habla inglés y español durante toda la excursión.
Si el clima cierra las rutas a la cascada Kegon o al lago Chuzenji (sobre todo en enero y febrero), visitarás el templo Rinnoji y el santuario Futarasan en su lugar.
Tendrás alrededor de 1 hora y 30 minutos cerca del santuario Toshogu y 1 hora y 20 minutos en la zona de la cascada Kegon y el lago Chuzenji.
Tu día incluye transporte ida y vuelta desde Ginza en Tokio en un autobús cómodo, guía bilingüe en inglés y español durante toda la excursión, entrada al santuario Toshogu si la seleccionas al reservar (si no, tiempo libre), además de tiempo suficiente para disfrutar de la cascada Kegon y el lago Chuzenji con paradas para almorzar antes de regresar por la tarde.
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