Viaja desde el Puerto Shimizu en un minibús con guía en inglés, parando primero en el tranquilo Lago Tanuki con vistas al Monte Fuji, luego visitando las cascadas Shiraito y Otodome, ambas Patrimonio de la Humanidad, y terminando en el Santuario Fujisan Hongu Sengen donde los locales aún rezan bajo árboles centenarios.
No esperaba que el aire alrededor del Monte Fuji se sintiera tan distinto—casi húmedo y dulce, como el musgo después de la lluvia. Nuestra guía, Yuka, nos esperaba justo en el Puerto Shimizu (llevaba una bufanda brillante que se veía desde lejos) y nos subió al minibús. Éramos apenas una docena, lo que se agradece—sin gritos ni aglomeraciones. El viaje hasta el Lago Tanuki fue tranquilo, solo se oía la risa de un niño atrás y a Yuka contándonos cómo los locales vienen aquí a acampar o simplemente a contemplar la montaña cuando está despejada. Dijo que la mayoría de los tours en crucero ni paran en este lago; la verdad, me alegro que sea así.
Al bajar en el Lago Tanuki, un viento suave hacía temblar un poco el agua—sin barcos grandes ni ruido de turistas, solo algunas familias haciendo una barbacoa bajo los pinos. Quise sacar una foto del reflejo del Monte Fuji, pero me distrajo el olor a carbón y alguien tocando J-pop antiguo en una radio pequeña. No tuvimos prisa; Yuka nos dejó explorar, incluso nos señaló dónde suelen colocar los fotógrafos para capturar el amanecer (aunque yo jamás madrugaría tanto). La palabra clave aquí es “excursión de un día Monte Fuji desde Puerto Shimizu,” pero lo que más me quedó fue lo natural que se sentía todo—como si pudieras quedarte toda la tarde si quisieras.
Luego vinieron las cascadas—Shiraito y Otodome están casi juntas pero suenan completamente diferentes. Shiraito es una cortina de agua y niebla, suave y susurrante; Otodome es más fuerte, como un trueno en el pecho. El camino fue fácil para todos (había alguien con carrito de bebé) y hasta hay un lugar accesible para sillas de ruedas con una vista bastante buena. Me asomé al barandal y me salpicó el agua—¡fría!—y escuché a una pareja mayor preguntándose si el agua viene directo del Monte Fuji (Yuka confirmó que sí). Cerca, unos estudiantes practicaban inglés; uno me saludó tímidamente.
La última parada fue el Santuario Fujisan Hongu Sengen—un nombre complicado, pero Yuka nos ayudó a pronunciarlo (aunque seguro lo arruiné). Nos explicó que la gente venía aquí a rezar para que el Monte Fuji no entrara en erupción, y eso me hizo mirar la montaña de otra forma—no solo como paisaje, sino como algo que ha preocupado a la gente por siglos. Había incienso flotando y esas puertas rojas brillantes que parecían casi de mentira entre tanto verde. De regreso al Puerto Shimizu no dejaba de pensar en ese momento de calma junto al Lago Tanuki—de esos que no planeas pero que se quedan en la memoria.
Sí, el tour incluye recogida y regreso al Puerto Shimizu.
El grupo es pequeño, con un máximo de 15 viajeros.
Sí, el transporte es accesible y hay miradores adaptados en las cascadas Shiraito.
El tour dura aproximadamente 5.5 horas ida y vuelta desde el Puerto Shimizu.
No se incluye almuerzo, pero es común ver a locales haciendo picnic o barbacoa cerca del Lago Tanuki.
Visitarás el Lago Tanuki, las cascadas Shiraito y Otodome, y el Santuario Fujisan Hongu Sengen, todos cerca del Monte Fuji.
Sí, los bebés pueden unirse y se aceptan carritos, pero avisa con anticipación sobre tamaño y cantidad.
Tu día incluye transporte privado en minibús desde el Puerto Shimizu con peajes cubiertos, guía local en inglés durante todo el recorrido, pago de estacionamientos y facilidades para sillas de ruedas o carritos si es necesario, regresándote cómodamente al puerto a tiempo para tu barco.
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