Pisarás descalzo el tatami en un dojo de Kyoto, te pondrás la ropa tradicional samurái y aprenderás los básicos de la katana con un experto que lleva décadas perfeccionando su arte. Practica sacar y guardar la katana (tranquilo, no está afilada), ríete de tus torpezas y disfruta una demo única con dos katanas que no olvidarás.
Lo primero que noté fue el suave roce de los pies descalzos sobre el tatami al entrar en el dojo de Kyoto. El aire olía a madera vieja y a algo más intenso, tal vez el brillo de las katanas de entrenamiento alineadas en la pared. Nuestro instructor, a quien todos llamaban Sensei, nos saludó con una reverencia tan precisa que me sentí torpe intentando imitarla. Me entregó el dōgi y el hakama—la verdad, me costó un buen rato atarme el cinturón hasta que otro participante me ayudó en silencio. Se creó un silencio especial, como si todos contuviéramos la respiración antes de algo importante.
Sentados en el tatami con las piernas cruzadas, Sensei comenzó a hablar sobre qué significa ser samurái—no solo pelear, sino disciplina, paciencia, todo eso que esperas pero no entiendes hasta que lo vives. Nos enseñó a sacar y guardar la katana (de entrenamiento, sin filo), y mis manos sudaban tanto que pensé que se me iba a caer. El sonido cuando la hoja tocaba la vaina—un clic suave—resultaba extrañamente satisfactorio. En un momento mostró un kata, moviéndose tan rápido que parpadeé y casi me lo pierdo. Alguien a mi lado susurró “¿Viste eso?” y, sinceramente, apenas lo vi.
No esperaba que fuera tan físico—solo sostener esa katana de aleación de zinc me cansó los brazos después de un rato. Teníamos agua embotellada (menos mal), pero mi corazón latía a mil durante casi toda la clase. Sensei tenía un humor seco; cuando uno intentó copiar su postura y casi se cae, sonrió y dijo “El samurái debe tener equilibrio… o rodillas fuertes.” Nos reímos más de lo que imaginé.
¿Lo mejor? Ver a Sensei hacer su rutina con dos katanas al final. Se escuchaba cada corte en el aire—sin música ni efectos, solo pura concentración. Es difícil explicarlo, pero ver a alguien moverse así en vivo se queda contigo más de lo que crees. Salir después a las calles ruidosas de Kyoto parecía casi demasiado brillante en comparación.
La clase dura entre 1.5 y 2 horas según el tamaño del grupo.
No, no se ofrece cortar con katana real en esta actividad.
Debes tener al menos 12 años para participar.
Sí, el dojo está cerca de varias opciones de transporte público.
No, no se requiere experiencia previa para esta clase.
Te proporcionarán el equipo tradicional (dōgi, obi, hakama) para usar durante la clase.
No se recomienda para embarazadas, personas con lesiones de columna o problemas cardiovasculares; se requiere condición física moderada.
Tu sesión incluye todo el equipo tradicional (dōgi, cinturón obi, pantalones hakama), una katana de práctica de aleación de zinc para las lecciones y el kata, además de agua embotellada para mantenerte hidratado antes de volver al bullicio de Kyoto.
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